La psicóloga llegó a la conclusión de que solo el 60% es capaz de identificar una imagen retocada, un porcentaje que no varía demasiado del que resulta de decidir si una imagen es o no falsa al azar.
"Es bastante preocupante", alerta Nightingale, cuyo estudio ha sido publicado en la revista Cognitive Research: Principles and Implications.
"Las imágenes son muy poderosas porque influyen en nuestra forma de ver el mundo. Incluso lo pueden hacer en cómo recordamos las cosas. Si no somos capaces de diferenciar lo real de lo que no lo es, los bulos también serán peligrosos".
Modificando ella misma las fotografías que después mostraba a los participantes del estudio, Nightingale creó una prueba online en la que retaba a las personas a elegir, de entre 10 imágenes, cuáles eran las retocadas.
Ejemplos más que peligrosos
Algo parecido ocurrió tras los ataques del 3 de junio de 2017 en el puente de Londres, cuando comenzó a circular una imagen en la que algunos musulmanes supuestamente se alegraban de la tragedia.
Poco que hacer
Los resultados que arroja el estudio son especialmente preocupantes para Nightingale porque en los juicios nadie puede evitar que se utilicen fotografías retocadas y porque poco se puede hacer para evitarlo.
"Si vas por ahí diciendo a la gente que no se crea nada de lo que ve, no nos creeremos ni una sola imagen y eso es igual de problemático. Por ahora, en lo que respecta a las imágenes falsas, existen más problemas que soluciones", lamenta la psicóloga.