Así, descubrieron una regla general que establece que, "con algunas excepciones, la agresividad y la violencia aumentan a medida que alguien se acerca a la linea del ecuador". Los investigadores concluyeron que el clima afecta mucho más de lo que se piensa en el comportamiento de las personas.
Según pone de manifiesto el texto, las bajas temperaturas, sobre todo las fluctuaciones de las mismas entre las estaciones, hacen a los habitantes de los lugares más septentrionales escoger un modo de vida más pausado. Las personas que viven más al norte, por tanto, tienden a poner el foco en el futuro —más que en el presente— y suelen atesorar un mejor autocontrol.
En consecuencia, razonan los científicos, el modo de vida más lento, la orientación hacia el futuro y un rígido autocontrol son factores primordiales para contener la agresividad. Y al revés. A causa del calor, la gente suele vivir más apegada al presente. El clima cálido lleva a un aumento de la agresividad y, por extensión, de la violencia.