El trabajador del sector sanitario, de 39 años, conocido como Niels —el apellido permanece oculto—, admitió haber suministrado deliberadamente dosis fatales de fármacos cardiacos a al menos 30 de sus pacientes.
El enfermero explicó que le gustaba "salvar vidas" y agregó que se sentía "aburrido", de modo que intentaba "mejorar sus capacidades" llevando a los enfermos a un estado crítico y tratando luego de conseguir reanimarlos.
"El horror no se acabó, la investigación no puede ser detenida", declaró Johann Kuehme, jefe de Policía de la localidad de Delmenhorst.
Las fuerzas de seguridad empezaron la investigación después de que se produjera un número extraordinario de muertes en el hospital de Oldenburg durante los días de trabajo del enfermero.
Antes de trabajar en Oldenburg, Niels fue empleado en el hospital de Delmenhorst, donde presuntamente provocó la muerte a más pacientes. Los gerentes de ambas instalaciones están siendo interrogados para determinar si son culpables de negligencia al no notar el enorme aumento del número de fallecidos.
Anteriormente, el acusado ya cumplió una condena de siete años y medio por intentar asesinar a uno de sus pacientes —un colega se dio cuenta de sus acciones y logró salvar al enfermo, además de denunciar el caso ante las autoridades—.
Sin embargo, tras salir de prisión, el asesino continuó con su terrible 'hobby'.