“El desafío de los siete océanos es parte del proyecto Unir el Mundo, que permite desarrollar acciones positivas que tienen que ver con la paz, la amistad con otros países y el cuidado de medio ambiente y para concientizar sobre el cambio climático”, explicó Ola.
Entre este año y 2017, Ola se propone unir los siete océanos en una nueva apuesta conocida como “SOS World”.
Los cruces más difíciles que plantea este objetivo son el canal de la Mancha, entre Gran Bretaña y Francia, y el canal del Norte, que une Irlanda con Escocia. “Según los registros de los nadadores que han logrado hacer esta última travesía, el 78 por ciento fallaron por las condiciones climáticas, por la distancia de nado (40 kilómetros) y por la temperatura del agua”, explicó.
Oriundo de Tucumán, una provincia mediterránea del noroeste argentino, el atleta de 31 años aprendió a nadar a los 21.
“Era asmático, y la natación fue el primer deporte que pude practicar plenamente y que me permitió curar mis pulmones y problemas respiratorios”, reconoció.
Para que su cuerpo resista las gélidas temperaturas de las aguas en las que nada, Ola viaja a menudo a la austral Patagonia, donde “trabajo mi cuerpo para que se adapte y memorice la sensación al frío”, relató.
Una de las travesías más arduas que realizó hasta ahora fue el cruce en 2013 del estrecho de Bering que une Rusia con Alaska, en una prueba de relevos a lo largo 134 kilómetros en la que participaron 50 nadadores de 18 países.
“Estuvimos embarcados en un buque de la Armada rusa para cruzar el estrecho de Bering, uno de los puntos geográficos del mundo al que nadie va de por sí”, recordó.
Las condiciones del mar eran tan adversas que 20 atletas tuvieron que abandonar la prueba.
“Fue una de las experiencias más extremas, porque tuvimos que nadar en olas de cinco y seis metros, incluso de madrugada, por no hablar de lo que costaba dormir, comer y mantener el equilibrio en el barco”, explicó.
Pero las aguas más frías en las que se ha sumergido fueron las del Círculo Polar Ártico, en Finlandia. “El agua se iba congelando de a poco mientras nadaba, y provocaba cortecitos como de navaja en la piel durante cada brazada que daba”, rememoró.
Unir el mundo
Tras recorrer 10 países en apenas dos años para unir a nado los cinco continentes, Ola subraya el impacto positivo que ha tenido su proyecto en otras naciones.
“Logramos que el Gobierno de Turquía paralizara el tránsito durante una hora para que pudiéramos cruzar el estrecho del Bósforo, y así unir Asia con Europa”, contó.
Unir el Mundo también consiguió que dos países con relaciones tensas, como Egipto y Jordania, se pusieran de acuerdo para que pudiera atravesar el golfo de Aqaba, en el mar Rojo.
“No éramos nosotros, sino el mensaje que llevábamos lo que era considerado importante, por eso nos dimos cuenta de que no debíamos finalizar el proyecto en los cinco continentes y por eso continuamos ahora con los siete océanos”, sostuvo.
Los países recorridos han sido muy receptivos.
De Rusia con amor
Ola recuerda a Rusia con cariño, de la que dice estar enamorado.
“He sido muy bienvenido por los rusos, desde la primera vez que fui a un entrenamiento y conocí la parte más oriental de Siberia, Chukotka, hasta cuando nadé en el lago Baikal, el corazón de esta región”, añadió.
Los retos asumidos por Ola a través de la natación de invierno lo han llevado a reflexionar sobre cómo de este lado del mundo, en América Latina, “estamos muy alejados de la realidad que el mundo vive en cuanto a la guerra y a los conflictos”.
Considerado el único nadador extremo y de aventura de Argentina, Ola se ha convertido también en el único atleta que unió los cinco continentes a pura brazada, sin la protección de un traje de neopreno.
