El Papa Benedicto XVI concluyó el pasado domingo su visita a España tras dedicar al culto la basílica barcelonesa de la Sagrada Familia, famosa obra de Antonio Gaudí, y hacer una apología de la familia tradicional en medio de protestas por parte de grupos gais y defensores del divorcio y el aborto.
La visita papal marcó ayer la inauguración formal de la basílica menor de Barcelona, la Sagrada Familia, aunque pasarán un par de décadas más hasta que concluya la construcción de ese edificio concebido por el genio arquitectónico de Antonio Gaudí hace más de un siglo y convertido desde entonces en un emblema de la capital catalana.
El Papa aprovechó el viaje para reafirmar los valores de la familia tradicional, exhortar a España a redescubrir la religión católica y criticar la vigente legislación española que autoriza tanto el aborto como el matrimonio entre personas de un mismo sexo. Un centenar de gais y lesbianas, entre otros oponentes del Vaticano, salieron a las calles para abuchear a Benedicto XVI y besarse ostentosamente en público mientras el papamóvil se dirigía hacia la Sagrada Familia.
Antes de terminar su visita a España, que incluyó también un viaje a Santiago de Compostela, Benedicto XVI se reunió en el aeropuerto de Barcelona con el rey Juan Carlos y la reina Sofía, así como con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, quien le recordó al Pontífice que España es un Estado aconfesional.
