A escasos metros de la Fan Zone de Sochi, a orillas del mar Negro, los yates y el lujo presiden el elegante puerto deportivo. Sochi es una ciudad extraña dentro de Rusia. Su clima es tan cálido como el de los países mediterráneos. Las temperaturas son altas y el Sol brilla a menudo, modelando un carácter muy particular entre los rusos de la región de Krasnodar. A pocos kilómetros de la localidad, renovada de arriba abajo para los JJOO de Invierno de 2014, están las montañas, uno de los lugares preferidos de los rusos para esquiar.
"Llegamos a tope. La destitución de Lopetegui no debería afectarnos", dice un aficionado español, quizá para animar al grupo de mediana edad que lo acompaña. En apenas un rato se disputará el España-Portugal, primer plato fuerte de este Mundial.
Hay decenas de hinchas con camisetas de Cristiano Ronaldo. En un momento dado, el animador de la Fan Zone les pide a los portugueses y españoles que se fundan en un abrazo. No lo dudan ni un instante. El cariño preside sin duda la conexión ibérica.
En el camino por el paseo marítimo que da acceso a la zona habilitada para los aficionados, un grupo de jóvenes colombianos posa gustoso con hinchas rusos. A veces, allá donde la comunicación no alcanza, el lenguaje universal del fútbol derriba barreras.
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