La decisión llega poco después de publicarse una carta, firmada por más de cincuenta senadores, que alerta del peligro que dicha prohibición hubiera entrañado para la salvaguarda del espíritu de la Segunda Enmienda de la Constitución.
La Enmienda, que data de 1791, garantiza la libertad de los ciudadanos estadounidenses para poseer armas de fuego, en previsión, entre otros supuestos, de que fuera necesario crear milicias civiles contra un hipotético gobierno no democrático.
Para los senadores que han firmado la carta, «si los propietarios de armas no pueden obtener munición, o esta es muy difícil de encontrar, o se encarece en exceso porque los organismos estatales la prohíben, la Segunda Enmienda estará en peligro».
Aunque desde 1986 es ilegal adquirir otros tipos de munición perforadora, esta sigue al alcance del consumidor como proyectiles para ciertos rifles.
Los senadores afirman en su misiva que su uso es meramente deportivo, pero en los últimos años han aparecido en el mercado pistolas capaces de disparar este tipo de balas, quedando entredicho el supuesto uso recreativo, ya que existiría la posibilidad de que sean usadas por delincuentes.