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La erradicación de la viruela hace 40 años fue uno de los mayores éxitos de la medicina. Un gran avance que cambió el mundo en el que vivíamos.
Hace 40 años se erradicó la enfermedad que se convirtió en la epidemia del siglo XVIII. Durante ese siglo, la viruela se volvió una pesadilla que siempre regresaba. La gente vivía aterrada ante la existencia de un posible brote de esta infección caracterizada por fiebre, vómitos y llagas o erupciones cutáneas.
En Europa, también durante esta centuria, la viruela se cobró la vida de cinco monarcas reinantes entre los que destaca el breve reinado de Luis I de España, quien falleció a los siete meses de haber ascendido al trono con 17 años de edad. Asimismo, la enfermedad, causada por el virus variola, provocó la extinción de la Casa Real Inglesa de los Estuardo; truncó la línea de sucesión de los Habsburgo de Austria por cuatro veces y fue causa de un violento repunte después de la guerra franco-prusiana en 1871, provocando más de medio millón de fallecidos.
Hasta que fue aniquilada, la viruela había plagado a la humanidad durante al menos 3.000 años, matando a 300 millones de personas tan solo en el siglo XX, es decir, cuatro millones de personas anualmente.
¿Cómo se erradicó la viruela?
El 8 de mayo de 1980, en la 33 Asamblea Mundial de la Salud, la viruela se declaró oficialmente erradicada gracias a la colaboración de países de todo el mundo. Tal y como manifiesta la Organización Mundial de la Salud (OMS), el costo total del Programa de Erradicación de la Viruela fue de 300 millones de dólares, pero se estima que el ahorro para la economía mundial fue de 1.000 millones de dólares al año.
No obstante, en el siglo XVIII ya hubo avances en la medicina sobre este terreno. Edward Jenner, un médico rural nacido en Inglaterra, observó que las personas que se pasaban el día ordeñando vacas nunca se contagiaban de viruela y pensó que podía haber una conexión entre estos animales y el virus.
Sabía que existía una enfermedad que afectaba a las vacas —que era como la versión bovina de la viruela—, que no era letal y que solo le dejaba malestar un par de días. Fue entonces cuando dedujo que esa enfermedad podía proteger a los humanos de la viruela.
Para comprobarlo, en 1796 llevo a cabo un experimento que hoy en día horrorizaría a la mayor parte de la población. Usó como conejillo de indias a un niño de ocho años llamado James Phipps y le aplicó pus de vaca infectada sobre su brazo, formando una ampolla. Después de unos días, al niño le subió la fiebre y sintió malestar, pero al poco tiempo se mejoró.
Empleados americanos recibiendo vacunas gratuitas contra la viruela en 1943
Jenner engañó al sistema inmunológico haciéndole creer que lo que le había inoculado era viruela y desarrolló anticuerpos para luchar contra el virus, lo que le convirtió en uno de los médicos más importantes de la historia. No hay que olvidar que la palabra vacuna proviene del término latino vacca y en la actualidad utilizamos ese vocablo gracias a él y a su experimento, al que bautizó como variole vaccine y que cambió millones de vidas.
Síntomas
Con una minúscula gota de saliva que se produjera al toser o estornudar, el virus podía contagiar a millones de personas y desatar una infección mortal. Durante los 14 días posteriores no ocurría nada, pero después, la temperatura del individuo comenzaba a elevarse, síntomas que hoy en día pueden resultar familiares con la actual crisis del coronavirus. Posteriormente, aparecían rojeces con hinchazón que se transformaban en ampollas y a su vez, estas se convertían en pústulas.
Los pacientes con una infección leve podían tener una docena de pústulas. Sin embargo, los que llegaban a sufrir una infección grave las tenían por todo el cuerpo lo cual impedía el movimiento del cuerpo. El mero hecho de mover una articulación podía desatar una hemorragia sanguínea. Cuando la viruela conseguía contagiar al individuo por completo, las erupciones de la piel aparecían también en el interior del organismo como en la garganta, en los riñones, en el estómago o los intestinos.
La tasa de mortandad oscilaba entre el 20 y el 40% y la medicina nunca ha podido explicar concretamente de qué manera mueren los pacientes de viruela, lo que se sabe es que es una enfermedad devastadora que destroza el sistema inmunológico.
¿Posible retorno?
Desde hace décadas, existe la preocupación de que los laboratorios fabriquen cepas del virus de la viruela. En 2016, David Evans y Ryan Noyce, dos médicos virólogos de Canadá, concluyeron que era posible recrear a partir de fragmentos de ADN una cepa activa.
Este experimento fue el primero en crear un virus de la familia de la viruela. Además, según informa la revista Science, ambos científicos compraron el material genético en internet por un coste de 100.000 dólares, que al cambio son poco más de 92.000 euros.
Lo relevante de esta investigación es que las técnicas que utilizaron podrían emplearse para reproducir la forma humana de la infección y ante el temor de que pudiese utilizarse como arma biológica, la OMS ordenó en 1986 la destrucción de todas las muestras y puso una fecha muy clara para la eliminación definitiva del virus: el 30 de diciembre de 1993. A pesar de ello, la fecha se retrasó a junio de 1999.
Sin embargo, el comité de la OMS accedió a retener las muestras del virus durante tres años más, hasta 2002, pero por aquel entonces, los sucesos perpetrados en el país americano como el atentado del 11-S y los ataques con ántrax de 2001 en los Estados Unidos, obligaron al Gobierno a considerar que no era el momento de destruir el virus.
El gobierno estadounidense le pidió a la OMS sacar el virus del congelador para llevar a cabo algunos experimentos con el objetivo de encontrar nuevas vacunas y antivirales. En tan solo 18 meses, se desarrollaron 220 millones de vacunas. Finalmente, la OMS aprobó en 2002 la conservación temporal del virus con fines científicos, 22 años después de la erradicación oficial de la enfermedad.
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