La peste negra, la llamada gripe española o el SIDA llenaron de pavor al orbe cuando aparecieron. Pero no son las únicas, solamente en lo que va de siglo ya hemos sufrido el síndrome respiratorio agudo grave (SARS) en 2002, la gripe A (H1N1) en 2009-2010, el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), en 2012, el ébola entre 2014-2016 y el zika; los que pusieron en alarma al mundo.
Según destaca el texto, las nuevas epidemias y su rápida extensión responden a los modos de vida de la sociedad actual, hiperconectada y globalizada. Como ejemplo, el médico José Luis Puerta explica que la peste del siglo XIV tardó 3 años en alcanzar toda Europa, a razón de 5 kilómetros diarios, mientras que en 2003 el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) llegó desde Hong Kong hasta Canadá en un vuelo de 24 horas.
Nuevas enfermedades
Muchos especialistas se apresuran a vaticinar que el mundo tendrá nuevos brotes de enfermedades contagiosas después de la epidemia del nuevo coronavirus, como señaló el jefe de la Alianza Global para Vacunas e Inmunización (GAVI), Seth Berkley.
"En términos del proceso evolutivo, por supuesto, tendremos nuevos brotes. Este no es el último. Dado el calentamiento global y su impacto en el planeta, la urbanización, los migrantes, 70 millones de personas que abandonaron sus hogares, etc., sin duda tendremos nuevos brotes", dijo Berkley en una rueda de prensa de la Asociación de Corresponsales Extranjeros en la oficina de la ONU en Ginebra.
En este sentido Berkeley resaltó la necesidad de invertir en proyectos médicos y reforzar los sistemas de salud no solo durante las epidemias sino en tiempos de paz.
Sarampión y poliomielitis
Enfermedades infecciosas conocidas como el sarampión y la poliomielitis pueden resurgir con fuerza a causa del nuevo coronavirus —al interrumpirse los trabajos de los servicios de vacunación—, como alertó la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS advierte que cuando los servicios de vacunación empiecen a trabajar con interrupciones durante los estados de emergencia —por muy breves que sean estas interrupciones—, aumenta el riesgo de enfermedades como el sarampión y la poliomielitis.
El organismo recordó que el brote de sarampión registrado en la República Democrática del Congo en 2019 dejó un saldo de más de 6.000 fallecidos.
"Esas enfermedades volverán a propagarse si no hacemos la vacunación", insistió el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
En el contexto de pandemia de COVID-19, la OMS exhortó a los países del mundo a "proteger los servicios de inmunización" para minimizar los brotes de enfermedades y las muertes.
Más y peores
Según destacó la OMS en un texto divulgado a inicios del 2019, los virus y parásitos están mutando y se hacen resistentes a los medicamentos. "La resistencia a los antimicrobianos [la capacidad de las bacterias, parásitos, virus y hongos para resistir estos medicamentos] amenaza con devolvernos a épocas en que no podíamos tratar fácilmente infecciones como la neumonía, la tuberculosis, la gonorrea y la salmonelosis. La incapacidad para prevenir infecciones podría comprometer seriamente la cirugía y los procedimientos como la quimioterapia".
"La resistencia a los medicamentos está impulsada por el uso excesivo de antibióticos en las personas, pero también en los animales, especialmente en aquellos que se utilizan para la producción de alimentos, así como en el medio ambiente", destaca el texto.
Mientras que un reciente estudio de la Universidad de Stanford sugiere que los virus que pasan de animales a personas se volverán más comunes a medida que las personas continúen transformando hábitats naturales en tierras agrícolas.
En un texto publicado en Tendencias21, Díaz-Alejo resalta que: "Muchas de ellas serán nuevas, pero tal vez aparezcan también enfermedades causantes de antiguos brotes, con una forma mutada que las hagan más contagiosas, más mortales, o capaces de sortear las barreras inmunitarias con las que contamos".
Para el investigador "la solución está en respetar y comprender mejor el medio ambiente".
Héctor Miguel Díaz-Alejo recomienda una serie de pautas y medidas que desde su punto de vista posibilitarán que las epidemias presentes y futuras tengan un impacto menor en nuestra sociedad: "como garantizar sistemas sanitarios eficaces, tanto de prevención como de tratamiento, controlar eficazmente alimentos y aguas de consumo, utilizar correctamente los antibióticos y asegurar la vacunación (si existe) de todas las personas susceptibles".