"Los datos que analicé revelan una correlación entre el año en el que se inició la política de vacunación universal con BCG en un país y una reducción del número de muertos lo que supondría que el efecto de la BCG es duradero", dijo Otazu, que dirige los estudios sobre el tema.
El investigador encontró "unas diferencias interesantes entre los países, en particular entre Italia y Japón".
Según Otazu, merece la pena probar la hipótesis puesto que todavía no hay vacuna contra el coronavirus y la pandemia continúa.
"No se trata de algo más o menos creíble, es una hipótesis más que vale la pena probar", comentó el científico, "sinceramente, la situación es bastante extrema y cuantas más hipótesis se consideren, mejor".
El investigador subrayó que sin ensayos clínicos sería difícil entender cómo se comportaría la BCG en el cuerpo ante el COVID-19, en particular, si impediría al virus entrar y destruir los pulmones o simplemente aliviaría los síntomas.
"No sabemos cómo puede funcionar la BCG, sería una combinación de estos efectos pero para saber si tiene algún efecto tenemos que esperar los resultados de ensayos clínicos bien controlados", señaló Otazu.
El científico añadió que los primeros resultados de ensayos clínicos se verían en unos meses o un año.
En marzo varios científicos de todo el mundo anunciaron que estaban estudiando una posible relación entre la vacunación con BCG y las tasas de mortalidad por el COVID-19 más bajas.
En tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que por el momento la eficacia de la vacuna BCG contra el coronavirus no se ha demostrado pero afirmó que están en curso dos ensayos clínicos respectivos. La organización dará a conocer los resultados a su debido tiempo.