Al analizar los resultados de diversos estudios llevados a cabo anteriormente, los investigadores descubrieron que entre las mujeres cuyo consumo de fibra era alto tenían un 8% menos de probabilidades de desarrollar cáncer de mama que aquellas que ingerían menos fibra.
La fibra podría, además, reducir los niveles de la hormona estrógeno, otro conocido impulsor del cáncer de mama, a través del aumento de las bacterias buenas en el intestino, capaces de descomponerla.
"Nuestro estudio contribuye a la evidencia de que los factores del estilo de vida, como las prácticas dietéticas modificables, pueden afectar el riesgo de cáncer de mama", afirmó la líder de la investigación Maryam Farvid, al tabloide británico Daily Mail.
La mayoría de los estudios consultados se referían al cáncer de mama posmenopáusico, pero en cinco de ellos, que examinaban la enfermedad en edad premenopáusica, el efecto de la fibra fue aún más significativo: un riesgo reducido del 18% para las mujeres cuyo consumo de fibra era mayor.
Una manera fácil de elevar el consumo de fibra alimentaria es la ingesta de frutas, verduras, semillas y nueces, detalló Farvid.