Para llevar a cabo el estudio, los científicos proporcionaron a ratones comida rica en diferentes aceites. Durante un periodo prolongado, los roedores consumieron aceite de girasol, de oliva y de pescado.
"A medida que se envejece, la grasa se va acumulando en el hígado, pero lo más llamativo es que el tipo de grasa que se acumula es diferente según la alimentación. Y esto hace que, a pesar de ese cúmulo, unos hígados lleguen a la vejez más sanos que otros y con una mayor o menor predisposición a sufrir ciertas patologías", explicó el director del estudio, José Luis Quiles Morales.
Los biólogos españoles descubrieron que los ratones que consumían el aceite de oliva resultaron tener un hígado más saludable en comparación con el de los que recibían alimentos ricos en aceite de girasol, que frecuentemente desarrollaba fibrosis y cambios ultraestructurales.
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Además, el aceite de pescado catalizaba los procesos de oxidación —relacionados con el envejecimiento— y ralentizaba el transporte de electrones en las mitocondrias.
Los biólogos destacan que la prevalencia de dichos trastornos aumenta con la edad, afectando a entre el 1% y el 3% de los niños, al 5% de adolescentes, al 18% de personas entre los 20 y 40 años, al 39% entre 40 y 50 años y a más del 40% de mayores de 70.