En un primer momento, los médicos diagnosticaron a Hild una enfermedad común, la anorexia, pero todos los exámenes posteriores descartaron esta hipótesis, así como la posibilidad de que hubiera sido infectada con el VIH.
Este círculo vicioso de análisis y diagnósticos se prolongó hasta que la estudiante Jessica Gould, apoyada por varios médicos, decidió investigar el caso de la joven, que desde hacía cinco años se alimentaba mediante un tubo.
Tras pasar unas 50 horas rebuscando entre las diferentes fuentes de información médica, Gould consiguió encontrar muchas coincidencias entre los síntomas que presentaba la joven y los de una enfermedad llamada SLAM.
Al 'descubrir' qué era lo que le pasaba realmente a Hild, la estudiante comprobó que los médicos ya habían barajado esta opción, pero que, tras una serie de análisis, habían descartado que la paciente padeciera SLAM.
Para fundamentar todavía más su hipótesis, Gould se puso en contacto con Christopher Skelly, el cirujano del centro médico de la Universidad de Chicago. Los nuevos análisis revelaron que la joven, efectivamente, padecía del síndrome del ligamento arcuato medio.
Una vez se conoció el diagnóstico correcto, Hild fue sometida a una intervención quirúrgica que, de una vez y para siempre, acabó con los sufrimientos de la joven. "Mi primera reacción fue de incredulidad absoluta. No podía imaginar que tantos médicos hubieran pasado por alto que se tratara de esta enfermedad. Fui muy feliz al encontrar la respuesta después de tantos años", dijo la joven, citada por el diario.