"De acuerdo con los resultados de los exámenes genéticos moleculares, los restos de dos personas, descubiertos en el verano de 2007 cerca del lugar donde yacen otros nueve muertos, pertenecen a la hija y el hijo de Nicolás y Alexandra Románov", dijo la funcionaria en una entrevista con el periódico Izvestia.
Molodtsova agregó que el parentesco biológico con ambos padres fue probado casi al 100%, tanto para Alexéi como para María, pero el pequeño número de fragmentos óseos encontrados hace pensar que cerca del lugar del hallazgo de 2007 podrían encontrarse uno o más sitios de sepultura de otros de los miembros de la familia real.
La noche del 16 de julio de 1918, hace 102 años, el último emperador ruso Nicolás II, la emperatriz Alexandra Fiódorovna, las princesas Olga, Tatiana, María y Anastasia, el príncipe, el médico de la corte Evgueni Botkin, el ayuda de cámara Alexéi Trupp, la camarera Ana Demídova y el cocinero Iván Jaritónov, fueron fusilados en el sótano de una casa de Ekaterimburgo.
El Concilio Episcopal de la Iglesia Ortodoxa Rusa canonizó en 2000 a todos los miembros de la familia de Nicolás II.
Los posibles restos del zar y de sus familiares fueron hallados por unos investigadores disidentes en 1979, pero por temor a las represiones, guardaron ese hecho en secreto durante 10 años y lo hicieron público solo en 1989.
En 1998 en la catedral de San Pablo y San Pedro de San Petersburgo fueron sepultados esos fragmentos óseos, que la Iglesia Ortodoxa rusa no reconoció como pertenecientes a la última familia real por falta de pruebas, y en 2015 se reanudó la investigación de la autenticidad de dichos restos.
Por su parte, el director de la oficina de la Casa Imperial Románov, Alexandr Zakátov, destacó que los representantes de la dinastía, la duquesa María y el gran duque Jorge, no tomarán ninguna decisión referente al reconocimiento de los restos mientras la Iglesia Ortodoxa rusa "no diga su última palabra" al respecto.
"No se puede solucionar ese problema sin la iglesia", dijo Zakátov, agregando que la cuestión afecta a millones de creyentes que veneran a los miembros de la familia real en calidad de santos.
El jefe de la oficina instó a discutir el problema y a evitar que la sociedad rusa resulte dividida.
A su vez, el portavoz del presidente ruso, Dmitri Peskov, declaró en una rueda de prensa que el Kremlin persigue por todos los medios que no se cree una nueva versión del pasado histórico del país, y que busca descubrir la verdad.
"Tenemos un gran pasado, en el que hubo muchas cosas buenas y hubo cosas malas, no debemos olvidar ni lo primero, ni lo segundo. Es bien sabido que sin conocer el pasado no se puede mirar con seguridad hacia el futuro", indicó el portavoz, agregando que las demás preguntas relacionadas con el tema deben dirigirse al Comité de Investigación de Rusia.