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"El infierno en la Tierra": cuando Rusia se enfrentó cara a cara con su peor enemigo interno

© AP Photo / Shakh AivazovSoldado ruso en Chechenia
Soldado ruso en Chechenia - Sputnik Mundo
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Un 11 de diciembre de 1994 las tropas federales rusas entraron en el territorio de Chechenia, dando inicio así a la primera guerra en la historia contemporánea de esta república. La contienda tuvo consecuencias devastadoras para la región y cambió el rostro de Rusia para siempre.

En aquella época la Federación de Rusia tal y como la conocemos hoy acababa de formarse tras la disolución de la URSS. El país estaba muy débil, pero se vio obligado a combatir el separatismo en su territorio. El que cobró más impulso fue el movimiento separatista checheno.

El proceso independentista en Chechenia arrancó poco antes de que la Unión Soviética dejara de existir. En julio de 1991 el Congreso Nacional del Pueblo checheno proclamó que su república no formaba parte ni de la URSS ni de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia. A partir de entonces Chechenia pasó a ser una nación soberana de facto —si bien ningún país del mundo la reconoció como tal— y a hacerse llamar Ichkeria. Rusia siguió considerándola como un sujeto de la federación.

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Tras la caída de la URSS, el exgeneral de la Fuerza Aérea soviética Dzhojar Dudáyev encabezó la entidad separatista. Sus partidarios lanzaban ataques contra almacenes militares con el objetivo de hacerse con las armas. Una vez las consiguieron, la jefatura chechena creó sus propias fuerzas armadas. Entretanto, las unidades de las tropas rusas empezaron a retirarse de Chechenia y abandonaron el territorio completamente para junio de 1992.

Durante su independencia de facto el sistema estatal de Chechenia resultó ser muy poco efectivo, por lo cual el crimen organizado empezó a prosperar. Así que en la práctica, entre 1991 y 1994 Chechenia fue un Estado fallido. En el mismo lapso de tiempo comenzaron a florecer las primeras semillas del radicalismo. La república se convirtió en el foco de la inestabilidad en el Cáucaso ruso.

No toda la población chechena apoyaba a Dudáyev. La oposición trató —con la ayuda de los militares rusos— de derrocarlo en noviembre de 1994, pero fracasó. La intentona fue el punto de no retorno. El Gobierno ruso entendió que los chechenos no serían capaces de resolver la situación por sí mismos.

La batalla comienza

Las unidades militares rusas y las Tropas Internas del Ministerio de Defensa ruso entraron en el territorio de Chechenia el 11 de diciembre de 1994 desde tres flancos: desde el oeste a través de la tierra de Ingusetia, desde el norte a través de Osetia del Norte y desde el este a través de Daguestán. En las primeras etapas el avance fue rápido, lo que posibilitó establecer un firme control sobre la parte norte de Chechenia.

En pocos días, las tropas rusas llegaron hasta las afueras de la capital chechena, Grozni. La operación para establecer el control sobre la ciudad comenzó el 31 de diciembre de 1994, en la víspera de Año Nuevo. Mientras todo el país celebraba la fecha, los soldados rusos protagonizaban intensos combates. El mando militar quiso aprovechar el factor sorpresa, pero la ofensiva relámpago se estancó y no fue fácil establecer el control sobre la urbe.

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Los militares rusos al principio usaron carros de combate y vehículos blindados, pero en enero de 1995 cambiaron su táctica. En la ofensiva contra Grozni empezaron a emplear pequeños grupos de asalto que destacaban por su alta movilidad. Eran grupos que tenían el apoyo de la aviación. La ciudad quedó seriamente dañada por los combates a pie de calle.

En marzo de 1995 las últimas unidades separatistas abandonaron Grozni. A esta operación le siguió una ofensiva sobre las llanuras de Chechenia que duró hasta abril. Para ese entonces las fuerzas rusas habían establecido ya su control sobre la mayor parte de la zona. Los separatistas también cambiaron de táctica conscientes de su derrota y optaron por la guerrilla y el sabotaje.

Una contraofensiva y una derrota

El siguiente objetivo de las fuerzas rusas fue avanzar hacia las zonas montañosas de la república. Tras varios meses de combates —de mayo a junio de 1995—, los militares rusos lograron expulsar a los separatistas de los grandes centros urbanos. Sin embargo, las unidades insurgentes lograron reagruparse en las montañas. Además, algunas de ellas se desplazaron hacia el norte y realizaron ataques contra la capital chechena.

En junio de 1995 los separatistas chechenos cruzaron la línea roja al tomar rehenes en un hospital de la ciudad de Budiónovsk, en la región de Stávropol. El atentado fue protagonizado por un grupo liderado por el infame terrorista Shamil Basáyev. El triste balance de aquel ataque fue de 147 víctimas mortales y más de 400 heridos. Los agresores lograron regresar a Chechenia. Los atentados continuaron en los meses siguientes.

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Mientras tanto, en Chechenia los combates seguían. Las unidades armadas chechenas trataron de hacerse con el control de varias ciudades importantes. Entre ellas, la propia Grozni en marzo de 1996. En abril y en una operación especial, el líder de los separatistas chechenos, Dzhojar Dudáyev, fue liquidado. Rusia acababa de conseguir decapitar al movimiento separatista.

No obstante y pese a todos los logros de los militares rusos, en agosto de 1996 los insurgentes derrotaron a las fuerzas rusas y capturaron la capital chechena. Así que el 31 de agosto de 1996 Rusia e Ichkeria firmaron los acuerdos de Jasaviurt, con los que se puso fin a la guerra. Rusia acabó retirando sus Fuerzas Armadas del territorio de la república. Chechenia volvía a convirtirse en un país independiente de facto.

El porqué de la guerra

La primera guerra de Chechenia fue un verdadero "infierno en la Tierra", como la calificaron los propios soldados. El conflicto acabó con la derrota estratégica de Rusia. Las Fuerzas Armadas del país pensaron que se enfrentarían a simples bandidos y, al final, se encontraron cara a cara con un ejército bien armado. Uno de los grandes errores de las tropas rusas fue no evitar que los separatistas chechenos se hicieran con las armas. Si lo hubieran conseguido, los rusos no se hubiesen encontrado con resistencia alguna.

Otro error fue permitir que Ichkeria existiera durante tres años como un país independiente. Moscú podría haber estrangulado la aparición de una entidad separatista en su territorio en la etapa inicial, cuando la región proclamó su independencia. Habría salvado la vida de muchos soldados y civiles que vivían en Chechenia en aquel entonces.

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Se podría haber solucionado el conflicto entre Moscú y Grozni por la vía política. Como ejemplo emblemático, Tartaristán, república que en la década de 1990 también tenía aspiraciones independentistas y cuyas autoridades llegaron a un acuerdo con Moscú por el que se cedía más autonomía a la región. Es verdad que los representantes de Ichkeria y de Rusia se sentaron a negociar en reiteradas ocasiones, pero no llegaron a ningún compromiso. Lo habrían logrado de mostrar más voluntad política.

Sin embargo, en 1994 ya era demasiado tarde. Ya no se podía evitar la guerra y pasó lo inevitable. Solo después de un año y medio de sangrientos combates, de que varias decenas de miles personas perdieran sus vidas y de que Chechenia fuese reducida a cenizas, las partes acordaron volver al statu quo anterior al conflicto. No fue hasta la segunda guerra de Chechenia de 1999 cuando Rusia logró establecer el orden en una república devastada por el atroz conflicto.

Hoy Chechenia forma parte de Rusia y se ha logrado sofocar el terrorismo que sacudía al país durante casi dos décadas. La nación consiguió preservar su integridad territorial y socavar un foco terrorista en sus fronteras, pero aquellos tristes eventos dejaron una huella profunda en la memoria colectiva de los ciudadanos rusos.

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