El 23 de mayo, la mujer de 33 años apareció por primera vez en un polémico vídeo en el que decía que espera regresar a Rusia.
"Yulia Skripal tiene la intención de volver al país (…) Por nuestra parte estamos dispuestos a prestarle la asistencia necesaria", dijo el portavoz adjunto del Ministerio de Exteriores de Rusia, Artiom Kozhin.
El funcionario señaló que la "clara tensión" de Yulia Skripal en el vídeo evidencia que le hace falta "el apoyo moral y psicológico de sus parientes". También recordó que las autoridades británicas denegaron el visado dos veces a una prima de Yulia Skripal que pretendía viajar a ese país.
Además, el diplomático puso de relieve las incoherencias entre las declaraciones de los médicos que trataron a la mujer y las informaciones anteriores.
"Esto confirma nuestra opinión sobre el trabajo metódico que llevan a cabo las autoridades británicas para engañar a la comunidad internacional y para ello arrojan periódicamente al espacio informativo nuevos datos sobre el caso", puntualizó.
Kozhin constató que las autoridades del Reino Unido siguen rehusando el diálogo directo con Rusia y envolviendo la investigación en un halo de secretismo y dosificando la información a los medios.
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Moscú, recalcó, continuará exigiendo respuestas claras a Londres sobre la "provocación de Salisbury".
El 4 de marzo, el exespía del MI6 británico Serguéi Skripal y su hija rusa Yulia de 33 años fueron encontrados inconscientes en la ciudad británica de Salisbury presuntamente envenenados.
Moscú rechaza las acusaciones de Londres, que considera infundadas, y sigue reclamando acceso a las pruebas para participar en la investigación.
Desde el incidente el Gobierno británico ha guardado un gran mutismo sobre el estado de salud de los Skripal, tampoco permitió que funcionarios diplomáticos rusos los visitaran. Hasta la fecha las autoridades británicas mantienen a los Skripal en un lugar secreto.
También sigue siendo una incógnita la procedencia de la toxina usada, solo se sabe que se trató de una sustancia neuroparalizante, como lo confirmó la Organización para la Prohibición de Armas Químicas.
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El 1 de mayo Mark Sedwill, asesor de seguridad nacional del Gobierno británico, admitió que la investigación no tenía sospechosos.
