El 4 de mayo el periódico estadounidense The New York Times publicó una entrevista en la que el director general de la OPAQ, el turco Ahmet Uzumcu, aseguró que el organismo planeaba incluir la toxina usada contra los Skripal en Reino Unido en su lista de armas químicas sujetas a inspección.
"Rusia participa en todas las reuniones de la OPAQ por eso, lógicamente, cumpliremos las decisiones que se tomen a nivel internacional", dijo Mánturov al comentar esas declaraciones.
El incidente se produjo a pocos kilómetros del laboratorio militar de Porton Down, la planta química más hermética de Reino Unido que desarrolló el agente nervioso VX con el que en un aeropuerto de Malasia en febrero de 2017 fue asesinado Kim Jong-nam, el hermano del líder norcoreano Kim Jong-un.
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Nada más abierta la investigación, que según Scotland Yard se prolongaría por varios meses, el Gobierno británico de Theresa May responsabilizó a Moscú de estar detrás del envenenamiento de los Skripal con la toxina A234.
El propio laboratorio desmintió a Johnson aclarando que jamás identificó la fuente exacta del veneno.
Más tarde el Ministerio de Exteriores del Reino Unido borró un mensaje de su cuenta de Twitter en el que que repetía esa afirmación de Johnson.
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La OPAQ tampoco estableció la procedencia de la sustancia tóxica y se limitó a constatar que se trató de un agente neuroparalizante.
Desde el suceso el Gobierno británico guarda un gran hermetismo sobre las dos víctimas.
Las autoridades de Reino Unido no permiten que el cónsul ruso visite a Yulia Skripal ni tampoco a su padre, pese a que ambos tienen la nacionalidad rusa, según Moscú.
El Gobierno de Theresa May también denegó los visados a una pariente de los Skripal que buscaba viajar al Reino Unido para visitarlos en el hospital.