"Prácticamente no nos diferimos de los rusos: amamos beber y gritar, adoramos la historia, nos creemos un pueblo muy importante a escala mundial. Pero los rusos suelen ganar y los polacos, perder. ¿Qué pasa? ¿Cuáles son las razones?", se pregunta el autor en un artículo para el diario Rzeczpospolita.
El periodista prosigue analizando las posibles causas de la 'vitalidad' de los rusos:
Gran país – gran responsabilidad
La Rusia imperial, la URSS y la Rusia moderna son enormes desde el punto de vista territorial. Pero no necesariamente es una ventaja indiscutible, advierte Chrabota.
"Un gran territorio significa una gran variedad étnica, lingüística y religiosa. Asegurar una estabilidad para tal Estado requiere una gestión muy fina y una estructura impecable", explica el periodista.
Chrabota recuerda que hubo al menos tres crisis de envergadura catastrófica: la invasión de los mongoles (1237), los Tiempos Turbios (1598) y la Revolución bolchevique (1917).
"La lógica básica dicta que Rusia debía disolverse cada una de las tres veces (…) Sin embargo, en todos los casos, el enorme organismo estatal logró restablecerse, y lo hizo por su propia cuenta", escribe.
¿Cómo lo consigue?
El desarrollo industrial fue marcado por una fuerte participación personal de los monarcas. Pedro el Grande y Catalina la Grande enviaron expediciones geológicas a los Urales y luego a Siberia para aprender a explotar sus riquezas y someterlos a los intereses del Estado, "sin recurrir al modelo capitalista", escribe.
Otro ejemplo característico es el ejército. La continuidad en las tropas asciende a las reformas de Pedro el Grande, adoptadas a finales del siglo XVII, y se terminó —formalmente— solo en 1918 tras la llegada al poder de los bolcheviques.
Incluso la Rusia soviética no descartó por completo la experiencia zarista. Muchos de los generales y oficiales del naciente Ejército rojo eran exnobles que aceptaron la revolución, y la escuela de la ciencia y táctica militar transitaron entre las dos Rusias, asegurando un grado de herencia entre las dos.
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"La URSS surgió hace un siglo y cayó en 1991, pero nadie discute que la Rusia de Vladímir Putin sea su 'heredera'. Pero también es heredera del Imperio de los Románov", opina el periodista.
Un Estado fuerte valora altamente la continuidad y busca apoyo en sus tradiciones. Es una lección que Polonia necesita, ya que sus políticos demasiado frecuentemente "cada vez tratan de construirlo todo desde cero sin entender que se están comportando como niños", concluye el autor.
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