Las clases empezaron a la hora habitual, las ocho de la mañana. Los cordones en el perímetro se han levantado, en el porche y en el vestíbulo ya no hay rastros de sangre, pero en la entrada del edificio, además del guardia de costumbre, se ven agentes de una empresa de seguridad privada.
La mayoría de los colegiales vienen acompañados por sus padres. Los adultos no entran, pero se demoran por unos minutos atisbando por las ventanas. Varios profesores afuera, visiblemente emocionados, rehúsan ofrecen comentarios. "Déjennos tomar un respiro", piden a periodistas.
"No teníamos clases mientras la escuela permaneció cerrada. Fuimos de excursión, nos reunimos una vez con el tutor. Hoy iban a organizar una discusión sobre seguridad, pero la cancelaron por algún motivo", dice una alumna de 12 años.
El 15 de enero, dos adolescentes armados con navajas entraron en la escuela secundaria número 127 de Perm e irrumpieron en un aula en plena clase, infligiendo múltiples heridas cortantes a la maestra y nueve alumnos de entre 10 y 11 años. También hubo un intercambio de puñaladas entre los dos atacantes.
Según las autoridades regionales, todos los menores están fuera de peligro, pero la maestra, quien intentó proteger a sus alumnos durante el ataque, sigue en estado grave.
Los dos agresores también están hospitalizados y, por decisión de un tribunal, serán trasladados a un centro de detención preventiva después de recibir el alta.