Esta cala divide la urbe en una parte sur y otra norte, en la desembocadura del río Chorna. Desde el siglo XVII ha servido como base de la Flota rusa y fue definida por el legendario jefe militar ruso Alexandr Suvórov como un puerto único, donde la flota está perfectamente protegida y puede reponerse sin miedo a sobresaltos.
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Hasta ahora, ha acumulado no solo una gran cantidad de objetos —fragmentos de ánforas, piezas de anclas, barcos, cadenas, balas o cascos— sino también productos industriales como derivados del petróleo, metales pesados y productos químicos.
Cada año, arqueólogos y estudiantes rusos buscan lo que el lodo se tragó. Como fruto de este trabajo se inauguró una exposición del Departamento de arqueología subacuática de Quersoneso (en las afueras de Sebastopol), donde se exhibieron ánforas, vajillas, anclas y otras piezas recuperadas del lecho marino.
Los buzos regularmente detectan objetos explosivos en el lecho marino de la bahía. En junio de 2017 encontraron una mina de una tonelada de peso. Los hallazgos se deben a que durante el período de la segunda defensa de Sebastopol (en los años 1941-42), solo los aviones alemanes arrojaron alrededor de 600.000 explosivos y 1 millón de bombas incendiarias sobre la ciudad.
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Además de municiones se pueden encontrar artículos de diferentes épocas. Por ejemplo, muchos objetos se hundieron en el mar durante la evacuación de los Guardias Blancos y sus partidarios. "Los barcos estaban tan sobrecargados que las maletas simplemente se echaban por la borda", enfatizó Shestak.