Rusia es una república “superpresidencialista” en la que el jefe del Estado acaparó 469 poderes extra a lo largo de los últimos 17 años, señalan algunos expertos entrevistados hoy por el diario Kommersant; sus oponentes afirman entretanto que el marco constitucional sigue intangible.
El líder de los comunistas rusos, Guennadi Ziugánov, no se cansa de repetir que el jefe del Estado tiene “más poderes que el zar, el secretario general del CC del PCUS (Nota: el otrora poderoso Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética) y Gengis Kan juntos”.
Uno de los autores de la Constitución rusa en vigor, Víctor Sheinis, califica de “hipertrofiadas” las atribuciones del presidente a día de hoy. Mijaíl Krasnov, catedrático de Derecho Constitucional y Administrativo en la Escuela Superior de Economía, calculó que el jefe del Estado acaparó un total de 469 poderes adicionales gracias a diversas normativas legales aprobadas desde 1993, año en que se adoptó la vigente Carta Magna. Sus facultades se fueron extendiendo a la economía, la cultura, la educación y otras asignaturas.
Garri Minj, representante plenipotenciario del presidente ruso en la Cámara baja del Parlamento, considera entretanto que “si se expanden de alguna manera las atribuciones de una institución del poder, no necesariamente se rebasa el marco constitucional”. Nuevas normativas legales, según él, “no alteran la forma del gobierno ni el sistema político”, tan solo “el régimen político”, lo que sucede también en las democracias maduras. A modo de ejemplo, el funcionario mencionó la notables diferencias entre el régimen político de Barack Obama y el de su antecesor, George W. Bush.
Mientras unos invocan el espíritu de la Constitución, otros apelan a su letra, señala al respecto el periódico. El Tribunal Constitucional es el único organismo capaz de resolver esa polémica sobre “superpoderes” pero es improbable que el actual Parlamento formule semejante interpelación. Y difícilmente cabe esperar la próxima aparición de otros legisladores, entre otras cosas, debido a la evolución que el sistema político de Rusia – inalterable, según la Constitución - ha experimentado en el último decenio a través de diversas leyes.
