"No estoy de acuerdo con el paro, porque la gente que quiere ir a trabajar por presentismo (una prima que se agrega al salario por no faltar) o porque tiene ganas tiene el mismo derecho que el que quiere hacer la huelga, y aquí hubo amenazas", afirmó Laura, de unos 50 años.
La mujer se refirió a los dichos del secretario general del Sindicato de Peones de Taxis, Omar Viviani, quien esta semana llamó a "dar vuelta los coches" de los conductores que trabajasen durante el paro, aunque posteriormente pidió disculpas y dijo que se le "soltó la cadena", antes de ser imputado por sus declaraciones por un fiscal de la ciudad de Buenos Aires.
Aunque Gloria pudo ejercer sus labores por trabajar de manera independiente, muchos compañeros suyos se vieron obligados a acatar el paro.
"No se justifica una huelga general porque la gente piensa que sí", señaló antes de reconocer que estaba de acuerdo con las políticas adoptadas por el Gobierno.
La misma opinión manifestó Alfio, que aprovechó la huelga para ayudar a unos compañeros a reparar su camioneta.
"Este país es muy político, y siempre hubo un sector que no trabajó nunca y que no quiere trabajar", afirmó el hombre, de unos 60 años.
Alfio, que se dedica al transporte de útiles escolares en su camión, fue uno de los que se vio imposibilitado a trabajar.
Desde que en 2013 comenzara a dedicarse a su oficio, se vio obligado a reducir sus salidas laborales, pues pasó de poder trabajar cuatro días a luego tres, y posteriormente dos, admitió.
"Si yo ganara lo que ganan los maestros, no pararía", aseguró.
Si bien los profesores de la educación pública se formaron, "yo me rompo el lomo, y con el camión gano mucho menos", enfatizó.
Desde un barrio céntrico de la capital argentina, el argentino señaló con la cabeza los edificios que lo rodeaban, asegurando que los italianos y españoles que inmigraron a este país en los siglos XIX y XX fueron quienes "construyeron todo".
"Los trajo (el expresidente Juan Domingo) Perón para ganar votos en Buenos Aires, a ellos y a los indígenas, y los dejó solos, y la gente salió adelante", indicó.
Percepción de dos inmigrantes
Menos categóricos se mostraron una pareja de inmigrantes que llegaron a vivir a la capital argentina hace ocho meses.
"A mí me parece fuerte (la huelga), pero veo que es la única forma que tienen en Argentina para que les crean y les hagan caso", opinó Natalia, una joven colombiana.
El dueño del restaurante en el que trabaja decidió no abrir el jueves sus puertas al público porque mucho de los empleados, que viven en la provincia de Buenos Aires, no hubieran podido llegar.
Su compañero Gabriel objetó que algunas medidas económicas del Gobierno "están buenas".
"Vengo de Venezuela, y sé dónde termina el hecho de no tomarlas", comentó.
En el intento de hacer un balance, Gabriel señaló que "la gente tiene que entender que éste no es un proceso que cambie de la noche a la mañana".
"Todas las irregularidades del Gobierno anterior están intentando ser solventadas, pero debe hacerse de manera paulatina y no tan fuerte, porque la gente lo está sintiendo muy fuerte y no lo va a poder aguantar", argumentó.
"No sé qué tipo de medidas está tomando este Gobierno, y encima hay represión", señaló.
Gloria tiene un trabajo fijo, pero tiene que trabajar de lunes a lunes para llegar a fin de mes, "más alquilando y viviendo sola con mis dos hijas".
"Una huelga no se hace por gusto, sino por necesidad", sentenció.
El paro en todo el país fue el primero que convocó la principal central obrera contra la administración de Macri, que asumió el poder en diciembre de 2015.