El invento ruso de los 'salones compartidos' cumple un año en el Este de Londres

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"Mi casa es su casa". Con este saludo, Michal Piotrowski invita a Sputnik Nóvosti al salón londinense de Ziferblat. La cadena rusa de los ´espacios compartidos´ acaba de superar su primer año de andadura en Shoreditch, el barrio más puntero del este de la capital británica, y tiene motivos para celebrarlo.

En la primavera estuvieron a punto de perder el local cuando el casero leyó una cascada de artículos de prensa que coincidían en elogiar la "nueva cafetería" del East End de Londres. Ubicado en el primer piso de un edificio de ladrillo, con dos grandes ventanales en chaflán, ocupa una posición privilegiada en la intersección más transitadas del distrito.

"No somos un café", protesta nuestro anfitrión. "El problema es que no hay una definición precisa de este negocio. Somos los únicos en Londres".

Gracias al asesoramiento de abogados y al apoyo de residentes y comercios cercanos, la autoridad municipal ratificó la descripción original de Ziferblat como 'co-working space' (espacio de trabajo compartido) y el casero retiró su orden de desahucio.

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'Сo-working space'? - Sputnik Mundo
'Сo-working space'?

Superado el susto inicial, la aventura comercial de seis colegas rusos capitaneados por el poeta y empresario Ivan Mitin parece que marcha viento en popa.

"Legalmente somos un espacio de trabajo compartido, pero realmente somos algo más creativo y con mayor dimensión social", advierte Michal en buen castellano.

"Aquí todos somos anfitriones o invitados. No hay una relación de servidumbre ni tampoco la típica entre vendedor y cliente. Tratamos de establecer relaciones directas y de iguales", puntualiza el anfitrión de Sputnik.

Polaco, de 31 años, renunció a su puesto de profesor de español atraído por la urbe inglesa. "No vine en busca de trabajo, sino por el ambiente y la creatividad que bullen en Londres. Hay personas de todas partes, un montón de idiomas y un cruce constante de influencias. Aquí puedes crear y recrearte a cada momento".

Piotrowski es uno de los diez empleados a tiempo parcial que mantienen abierto Ziferblat unas doces horas de cada día. "El reloj es nuestro símbolo, nuestra mascota", explica con la mirada fija en decenas de despertadores que hay en las estanterías y las mesas del local. "Pero las agujas siempre están paradas", sonríe.

Ziferblat significa esfera de reloj y el paso del tiempo es el sustento de la cadena rusa que se ha extendido desde Moscú a San Petersburgo, Ljubijana, Kiev y Londres, entre otras ciudades. En cada establecimiento todo es gratuito salvo el tiempo.

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Invitados en Ziferblat - Sputnik Mundo
Invitados en Ziferblat

Los "invitados" pueden tomar cuantas tazas de café o de té quieran prepararse. En el frigorífico de la cocina hay zumos, leche y fruta. Las galletas también son cortesía de la casa. Fregar la vajilla utilizada es de rigor habitual.

"La gente puede traer su comida y calentarla en el microondas. El alcohol está prohibido. Tampoco se necesita beber para pasarlo bien", apunta el profesor polaco.

En pocos meses el precio subió de 3 a 5 peniques por cada minuto que se pasa en Ziferblat. "Cobramos como máximo cinco horas por día, es decir 15 libras (unos 18 euros)", comenta Piotrowski.

"Hay descuentos para los estudiantes y ofertas especiales para los voluntarios", replica Milly Toomey, escolar londinense y, con sus recién cumplidos 17 años, la empleada más joven del ´no-café londinense.

"Estudio música y solo curro los fines de semana y durante las vacaciones. Mis compañeras de colegio trabajan en sitios mucho más aburridos, como supermercados que les obligan a ponerse uniformes horribles. Y cobran menos que yo", se enorgullece.

Es difícil imaginar a Milly en uniforme. Aporta el toque hogareño al entorno enfundada en una vistosa bata en terciopelo fucsia. Le cuelga hasta casi cubrir sus botines blancos con plataforma descomunal. Una visera adornada con chapas oculta su melenilla castaña.

"Aquí me siento como en familia. Estoy conociendo a gente muy interesante, diversa, creativa. Vienen turistas y también británicos con ganas de hablar y cambiar impresiones", explica.

© Foto : Ziferblat "Anfitriones" de Ziferblat
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Los ingleses presumen de su carácter reservado y no son muy dados a entablar conversación con desconocidos. Pero crear nudos de conexiones, resolver cuestiones prácticas de mudanza o fomentar el intercambio de ideas y sueños son en conjunto la razón de ser de Ziferblat.

"Es una idea nueva y está cambiando el carácter de los ingleses. Londres hablando unos con otros, en vez de cada uno centrando en sí mismo. Es genial", resalta la joven londinense.

Imran Khan, de 29 años, es asiduo al salón de Shoreditch. Este mediodía se sienta a una mesa, con su taza de té y el ordenador portátil conectado a Internet. Trabaja en el oeste de la capital y estudia a tiempo partido un máster en administración empresarial.

"Vivo a unos diez minutos y vengo casi todos los fines de semana desde hace cinco meses. En casa no puedo concentrarme, me distraigo a cada momento. Aquí estoy a gusto y muy cómodo. Me gusta trabajar con gente alrededor. Me da energía", explica haciendo una pausa en sus estudios.

"Es una gran idea", continúa. "En una cafetería comercial me siento presionado a consumir y consumir. No puedes pasarte seis horas delante del ordenador con un vaso de agua. Aquí gasto menos dinero".

Khan tiene una teoría convincente para explicar la razón de la proliferación de cafés con ofertas distintivas. Ziferblat cobra por el tiempo transcurrido, otras marcas sirven exclusivamente cereales con leche o hacen de sus animales domésticos los amos del local.

"Ahora se va a un cafetería por la experiencia. Pagas por la experiencia más que por el café que hacen", sostiene.

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En Ziferblat  - Sputnik Mundo
En Ziferblat

El resto de los "invitados" en Ziferblat la víspera de fin de año ha gastado su tiempo en grupo o individualmente. Una chica se ha echado un solitario de naipes, una pareja juega al ajedrez, varios conversaban acaloradamente mientras una joven tocaba el piano y Milly ayudaba a colocar una escultura en el centro de la habitación.

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