“El juez (Ricardo Chicas) ha sido bien claro en que va a resolver hasta después de la canonización, puede ser el lunes, el martes o días después”, dijoel portavoz Jaime Ulises Marinero a Sputnik.
La justicia salvadoreña ha ordenado la reapertura de varios casos vinculados a la época de violencia que vivió el país antes y durante la guerra civil (1980-1992), ya que en 2016 la corte constitucional derogó una ley de amnistía aprobada en 1993 que indultó a quienes hubieran cometido delitos políticos antes del 1 de enero de 1992.
“Lo más probable es que se ordene la reapertura en cumplimiento al mandato de la Sala de lo Constitucional que derogó la ley de amnistía al considerarla anticonstitucional; en otros casos similares los jueces han ordenado la reapertura de las causas presentadas”, dijo Marinero.
Romero, a quien el Vaticano beatificó en 2015 y el papa Francisco llamó “un mártir”, fue una de las 75.000 víctimas mortales que dejó el conflicto entre las fuerzas militares y la guerrilla Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que en 1992 se convirtió en partido político y en 2009 accedió a la presidencia por primera vez.
La Comisión de la Verdad, un organismo independiente establecido por las Naciones Unidas, sostuvo en su informe final publicado en 1993 que el asesinato de Romero fue ordenado por el mayor Roberto D’Aubuisson, que encabezó personalmente la conformación de un escuadrón de la muerte, integrado por militares bajo sus órdenes, para cometer el crimen.
D’Aubuisson, que falleció en 1992, está considerado el responsable del accionar de los escuadrones de la muerte en los años 80.
"Monseñor Romero es un ícono y una guía para la Iglesia Católica"
El asesinado monseñor Óscar Arnulfo Romero, muerto por un francotirador en 1980 tras denunciar abusos del Ejército en El Salvador, es un ejemplo de lo que el liderazgo actual de la Iglesia Católica quiere para la institución, dijo el cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez.
Romero murió a sus 62 años por un disparo en el corazón realizado por un francotirador mientras oficiaba una misa en una capilla de un hospital de la capital salvadoreña, luego de meses de denunciar abusos cometidos por las fuerzas militares contra la población más pobre antes de que estallara la sangrienta guerra civil que terminó en 1992.
El sacerdote también había sido amenazado por movimientos de izquierda y posterior guerrilla que se enfrentaban a las fuerzas armadas y cometían crímenes qué Romero denunciaba.
Una Comisión de la Verdad, un organismo independiente establecido por las Naciones Unidas tras el proceso de paz, sostuvo en su informe final publicado en 1993 que el exmayor Roberto D’Aubisson, fallecido en 1992, fue autor intelectual del asesinato, llevado a cabo por un escuadrón de la muerte de ultraderecha, mientras que el único acusado, el exmilitar Álvaro Saravia, fue indultado en 1993.
En los últimos meses, organizaciones religiosas y de derechos humanos presentaron pedidos para reabrir el caso de asesinato y se han manifestado por las calles de San Salvador.
“Tengo que agradecer a los que mantuvieron vivo a Romero porque lo quisieron olvidar, matar otra vez, su memoria la quisieron borrar, pero muchos se empeñaron en que no fuera así y ahora están disfrutando que esa memoria está viva y el papa la va consagrar con la canonización”, dijo el cardenal.