A pesar de que entonces no sabía hablar ruso ni había estado nunca en este país lejano y exótico, ni tenía a nadie conocido allí, y, además, "todos me decían que no me vaya", tomó la decisión de ir a Rusia.
"No sabía nada, solo sabía que es un país muy grande", se acuerda.
Ahora ya conoce la capital rusa mejor que muchos moscovitas, domina el idioma ruso y después de haber convivido durante años con estudiantes de otros países, ha aprendido a "abrir un poco más los ojos" y "tener una visión más global" del mundo.
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Pero el joven manifiesta que no olvida sus raíces. Incluso asegura que aprendió a querer su país todavía más estando fuera.
"Yo pensaba que sí quería a mi país cuando estaba en Ecuador, pero cuando salí del país entendí que ahora sí de verdad lo quiero. Antes no lo quería tanto como ahora", confiesa Danny.
Por eso participa en todos los eventos cívicos que organiza la Embajada de la República en Moscú.
Destaca también que al llegar se dio cuenta de que "en Rusia apreciaban muchísimo la cultura de Latinoamérica, me pareció impresionante que otro país valore tanto la cultura desconocida".
Según Danny, "de verdad lo que uno quiere es sentirse entre su gente". "Eso es lo que uno más extraña", añade el protagonista del programa con una experiencia de casi siete años de la vida en el exterior, en Rusia como es su caso.