Las elecciones transcurren en un clima de decepción muy grande. Ucrania ostenta el récord de ser el país donde los políticos tienen el menor índice de popularidad del mundo, apenas 9%.
De cualquier manera, es un país que parece tener buen humor, como lo demuestra el favorito, Volodímir Zelenski, que parece haber logrado borrar la distinción entre la realidad y la ficción.
Famoso por su show televisivo, 'El Servidor del Pueblo', en el cual hace el papel de un profesor lanzado a la presidencia después de que sus alumnos viralizan un video, ahora está llevando a la práctica la historia de la ficción.
Por su parte, Petro Poroshenko, que fue elegido en mayo de 2014, ha centrado su campaña en una propuesta nacionalista dura. 'Ejército, idioma, religión', es su lema. Se refiere al fortalecimiento de las Fuerzas Armadas durante su mandato, a su promoción del idioma ucraniano y a la separación de la Iglesia ortodoxa ucraniana de la rusa.
La tercera en discordia, Yulia Timoshenko, fue una de las líderes de la 'revolución naranja' de 2004, estuvo en prisión y fue liberada durante las protestas de la plaza Maidán en Kiev en 2014.
"Los tres candidatos en algún punto carecen de legitimidad y la propuesta de Zelensky, que lidera las elecciones, habla de un cansancio muy importante con los políticos tradicionales, un reflejo de lo que sucede a nivel global. Debemos esperar una segunda vuelta que va a traer mucha incertidumbre", señala Martín Rodríguez.
Para el experto, si la segunda vuelta es entre Poroshenko y Zelenski, ganaría este último.
"Poroshenko tiene una de las imágenes más bajas el mundo y está tratando de radicalizar sus posiciones, porque tiene que ganar adeptos en su lucha contra Rusia, que es de lo único que se puede agarrar, porque en términos económicos no puede despegarse y la gente está en una situación muy incómoda, la están pasando mal", agregó.
Sobre el lema de la campaña de Poroshenko, 'ejército, idioma y religión', Rodríguez cree que esta es una política "muy peligrosa", no solo porque confronta con Rusia, sino porque hay otras diásporas, como la magiar y la romaní.
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"Se trata de discriminación, porque si bien le apunta al idioma ruso, caen en la misma bolsa otras diásporas", destacó. "La cohesión demográfica está puesta en juego, y el nivel de radicalización que propone Poroshenko para acercarse a alta velocidad al bloque occidental y atlántico, puede llegar a comprometer todo el tejido regional".
Para Rodríguez, su discurso "enfervoriza" a la población. "Eso nunca es bueno, especialmente en un país que está en conflicto, que necesita moderación y distender las relaciones con sus estados próximos", concluyó el analista.