La nueva ronda de las negociaciones entre el Gobierno y la oposición en Siria infunde optimismo en cuanto a la posibilidad de lograr la paz en ese país árabe desgarrado por una guerra interna desde hace ya cinco años. Moscú, una de las partes clave del conflicto, ha reafirmado el valor de su voto en este proceso a través de la operación militar que está llevando a cabo en Siria desde septiembre pasado.
Algunos analistas suponen que, si tiene éxito, puede ganar un buen premio, incluida la cancelación de las sanciones occidentales. Tal vez por eso, a pocos días de las negociaciones de Ginebra, los medios de comunicación occidentales han desatado una campaña de difamación contra el presidente ruso Vladímir Putin.
A finales de enero el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, se encuentra tradicionalmente con los medios internacionales para hablar sobre los desafíos afrontados tanto por Rusia como por la comunidad internacional en el año anterior. Esta vez a la gran rueda de prensa del canciller fueron acreditados más de 200 periodistas nacionales y extranjeros.
El elevado interés de la prensa a las declaraciones del canciller ruso es comprensible, ya que muchos acontecimientos y procesos que tuvieron lugar en 2015, también tendrán una influencia considerable sobre el desarrollo del año en curso.
El ministro de Exteriores canadiense, Stephan Dion, estima que Canadá debería reanudar el diálogo con Rusia y rectificar los errores cometidos por su anterior Gobierno. Lo dijo en su reciente discurso ante el parlamento del país.
La Unión Europea acusó a Grecia de carecer de controles en sus fronteras y amenazó con excluir al país por 2 años de la zona Schengen si no evita la entrada masiva de refugiados. Según el Ejecutivo comunitario, el país heleno ha descuidado gravemente sus obligaciones. Existen serias deficiencias en la realización del control en las fronteras exteriores que hay que superar y que tienen que ser gestionadas por las autoridades griegas.
Egipto recuerda la revolución de 2011. El aniversario entre la indiferencia de muchos y el miedo de otros, bajo un régimen autoritario que efectuó numerosas detenciones en los últimos días y prohibió toda manifestación. La paradoja salta a la vista: el 25 de enero es desde 2012 el "Día de la Revolución", pero esta vez no estuvo prevista ninguna ceremonia. El poder ha hecho todo para impedir que se manifieste la juventud, que estima que su revolución ha sido "confiscada".
