Macron decidió abrir la caja de los truenos que desata una tormenta sobre el cielo de los migrantes, y que por primera vez oficializa y exterioriza su alineación en el equipo que integran los países del Grupo de Visegrado, — integrado por Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia —, y se aleja de las posiciones de Berlín, desangrado por la dificultad que tuvo para formar Gobierno.
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Y es que no hay lugar para todos. Palabras más, palabras menos, fue lo que expresó el ministro del Interior de Francia, Gérard Collomb, al anunciar que se abrirán hasta el 31 de enero 1.300 nuevas plazas en centros de acogida para los demandantes de asilo, pero avisó que la nueva ley de inmigración limitará la llegada de inmigrantes por motivos económicos.
Tampoco está tan claro el futuro de los demandantes de asilo, los refugiados, los que huyen de zonas en guerra. Dicho de otra forma, la idea de la Administración Macron es revisar el derecho de asilo y endurecer la política de acogida para los migrantes.
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El Gobierno galo tiró de eufemismo a modo de placebo para explicar el alcance de la nueva ley. Inciden en que busca acoger mejor a los solicitantes de asilo y ofrecer una respuesta rápida a sus solicitudes que permita iniciar lo antes posible el proceso para su integración.
Una explicación que no conforma, y mantiene en alerta a los organismos de Derechos Humanos que cargan contra el Gobierno de revisar el principio de "incondicionalidad de la acogida" y del "derecho de asilo".
Para el columnista de Sputnik y exdirector de Euronews, "este nuevo proyecto de ley de Macron deja claro en sus primeros borradores que Francia ha decidido cerrar la entrada de inmigrantes económicos y restringir de una manera más dura la entrada de refugiados políticos".
Y es que esta decisión acerca de reconfigurar el cobijo a los migrantes y refugiados ha abierto una herida incluso al interior del grupo que lidera el mandatario francés.
En este sentido, Rivas explica que este proyecto de ley no es más ni menos que "la actitud que está tomando Europa en general, pero sorprende un poco más en Francia, porque pasa por ser desde hace décadas el país de los Derechos Humanos".