Ese segundo en que esa frase entró por sus oídos, duró una eternidad, como si fuera parte de un sueño, para este gerente de marketing que así recibía el agradecimiento de su empresa por su labor. Esa noche no logró pegar un ojo. El corazón parecía que se le iba a salir del pecho en cualquier momento.
"Fue una emoción tan grande que no lo podía creer", describe Matías.
Rusia fue una revelación para este uruguayo.
"Lejos de lo que uno se imagina de Rusia cuando está acá y ve una ciudad europea avanzada del primerísimo primer mundo, donde el metro funciona como un reloj suizo, donde no hay un papel tirado en las calles, donde la gente es extremadamente amable y aunque no hable español o inglés, se esmeran en que uno pueda conseguir lo que vino a buscar".
Este gerente de marketing alucinó con el primer contacto visual que tuvo con Moscú desde las alturas de un pájaro de acero.
"Es gigante. No paraba de ver ciudad, y el avión pasaba por arriba de la ciudad… y después lo que era el aeropuerto, el clima del aeropuerto. Se respiraba el Mundial, fútbol, gente alegre, policías muy hospitalarios con muchas ganas de recibir el turismo y tratarnos bien".
Porque para Matías, que no era un apasionado del fútbol, este periplo le ayudó a entender esos éxodos de emoción que sienten los fanáticos del deporte más popular del mundo que siguen a su camiseta, la de su club o la de la selección de su país, a donde sea, y como sea.
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"Creo que recién estoy entendiendo la verdadera pasión del fútbol. Hasta no ver a tu selección a 14.000 kilómetros de distancia, uno pensaba que era aficionado por el fútbol, entonces, moverme, tomar cinco aviones, 36 horas de vuelo, trece días lejos de mi familia para ver y alentar y poder cantar el himno nacional".
"Éramos, creo que cinco mil, ocho mil uruguayos en el estadio de Rostov y se cantaba el himno como si fuese una canción de reconocimiento. Nunca había sentido tanta emoción o había llorado tanto como con el himno uruguayo en el Rostov Arena", dice emocionado.
Allá, en Uruguay, le están esperando su hijo y su mujer – que está esperando a un nuevo integrante de la familia –, para que les cuente todas sus historias, sus vivencias, que tal vez algún día, pueda repetir y compartir en familia.