La propagación del nuevo coronavirus incrementó las necesidades presupuestarias de los Estados, los que requieren de fondos para financiar rubros que van desde planes sociales y seguros de desempleo hasta equipamiento médico. Sin embargo, aumentar la recaudación por impuestos no es viable debido al parate de la economía, lo que incrementó la propensión de los países a endeudarse.
El FMI es uno de los más demandados. Hasta mediados de abril ya eran más de 100 de los 189 países miembros, los que solicitaron algún tipo de crédito. En las últimas horas se sumó Chile con el pedido de un crédito flexible, por 23.800 millones de dólares.
"Con respecto a las condiciones del financiamiento, en principio hay un problema porque la mayoría de los organismos mantienen líneas de corto plazo para los créditos de rápida ejecución, de hasta cinco años. Por lo que estamos viendo, y por la profundidad de lo que va a significar la crisis, va a haber necesidad de devolverlo en un plazo mayor", apuntó el doctorando en economía de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
"Ahí ya entramos en negociaciones que implican algún condicionante mayor y en general nos enfocamos en las típicas reformas estructurales que exigen organismos multilaterales como el FMI, que abogan por una profundización del neoliberalismo, que implican flexibilización laboral y privatización de empresas públicas. O sea, generar todos aquellos espacios de acumulación y lucro en los cuales las empresas multinacionales —en general con origen en el norte global— puedan tener lucros extraordinarios en el sur global", agregó el experto.