Este animal alcanza el metro y medio de longitud y el metro de alto. El rasgo más característico es su trompa, que hace que lo confundan con un oso hormiguero, aunque no tiene ninguna relación; sus parientes más cercanos son el caballo y el rinoceronte.
"Cuando voy a zoológicos y sé que hay tapires me gusta escuchar lo que dicen, 'que lindo está el oso hormiguero', o 'qué bonito este tipo de cerdo'. A la gente le cuesta identificarlo, entre otros cosas, porque nos falta hacer más difusión a los que trabajamos estudiándolo", dijo a Sputnik Eduardo Mendoza Ramírez, científico del Instituto de Investigaciones sobre Recursos Naturales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Pese a su desconocimiento por parte de la población, el tapir cumple un rol fundamental en el ecosistema tropical. Integra el grupo de mamíferos herbívoros, y su alimentación y tamaño permite la diseminación de semillas que contribuyen a la conformación de la flora del lugar, sobre todo bosques.
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El tapir ha mantenido su aspecto y hábitos de vida a lo largo de miles de años, por lo que se puede considerar un fósil viviente, sin embargo es una especie en peligro de extinción. En cautiverio llega a vivir 30 años, pero fuera es más vulnerable debido a la degradación de su hábitat y la caza furtiva.
"En las películas vemos que se busca material genético de los dinosaurios que permita clonarlos o volverlos a la vida. Es una idea fascinante. Pero en el caso del tapir estamos ante la posibilidad de no recurrir a esas técnicas, sino directamente hacer algo para salvar a esta especie que es uno de esos gigantes que andaba caminando hace miles de años", planteó el investigador mexicano.