Con la soga al cuello. Así se deja ver la UE, a la que le resulta imposible disimular su desesperación. De este modo, comenzó a lanzar botellas al mar, o mejor dicho, al Canal de la Mancha, con la esperanza de que alguien las recoja en la otra orilla, vuelva a enamorarse, y regrese al seno del hogar.
Mimo: "Nosotros, aquí en el continente, no hemos cambiado de idea. Nuestros corazones siguen abiertos hacia ustedes".
Lo lanzó el presidente del Concejo Europeo, Donald Tusk, durante el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo.
Mendicidad: "Incluso si (Reino Unido) nos deja, estamos dispuestos a facilitar su regreso…".
Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, durante un debate en el pleno de la Eurocámara sobre la presidencia búlgara rotatoria, para invocar a continuación la normativa:
"… si los británicos se marchan en virtud del artículo 50 (del Tratado de la UE), también existe el artículo 49 que autoriza una nueva adhesión. Algo que me gustaría", pregonó.
Varios medios europeos interpretaron estos 'cantos de sirena', tanto del presidente de la Comisión, como el del Concejo Europeo, pero sobre todo las de Tusk, como una declaración de amor por parte de la UE hacia el Reino Unido. Pero, ¿estamos ante una declaración de amor, o es un grito desesperado ante lo que puede acarrear Brexit?
Para el economista español José Luis Carretero Miramar, miembro del Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión, estos mensajes se inscriben en que "en estos momentos básicamente está en juego la propia 'arquitectura' de la le UE y su propia capacidad de convertirse en una potencia a nivel global".
En este sentido, Carretero Miramar incide en que la UE "es un proyecto que realmente está en quiebra en los últimos tiempos, tanto por el Brexit, como por la creciente diferenciación o las crecientes fracturas internas en el seno de la Unión en correspondencia con las relaciones entre los países del norte y los países del sur, y también entre el eje franco-alemán y el eje de Visegrado, etc.".
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Pero parece que las botellas que las autoridades europeas lanzaron al Canal de la Mancha, se perdieron, naufragaron antes de llegar a destino. La Cámara de los Comunes pasó insensible, como una aplanadora, por encima de esta declaración de amor. Aprobó en tercera lectura el proyecto de ley del Brexit, que pasará ahora a la Cámara de los Lores.
El objetivo de la ley es trasponer el cuerpo legal comunitario a la legislación británica, a fin de que los mecanismos del Estado continúen funcionando sin interrupción cuando se produzca el Brexit, previsiblemente el 29 de marzo de 2019.
"El problema de la relación a largo plazo entre el Reino Unido y la UE es que no se sabe muy bien exactamente cómo se va a estructurar. Por lo tanto, hay toda una especie de ámbito abierto en el que se pueden ver distintos tipos de perspectivas: la de un tratado bilateral, o la de la permanencia dentro de un mercado único hasta cierto punto", concluye José Luis Carretero Miramar.