En la primera década de este siglo, las instituciones de crédito foráneas empezaron a desarrollar intensamente su actividad en el país eslavo. Tras el brusco cambio de la situación económica, muchas de ellas optaron por marcharse del mercado ruso.
Las entidades no residentes retiraron sus inversiones por varias razones: cambio de estrategia empresarial, reorientación hacia mercados nuevos y endurecimiento de las regulaciones estatales en Rusia.
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Los expertos consideran, no obstante, que muchos bancos occidentales tomaron esa decisión porque se percataron de que ya no podrían sacar ventaja de los gastos consuntivos.
La mayoría de las entidades tomaron la determinación de dejar el mercado ruso antes de la introducción de las sanciones y, aquellos que lo hicieron después de la primavera de 2014, se rigieron por razones económicas.