"El TC ha comprendido finalmente que el VIH no es tan horrible y que en el fondo siempre hay un caso particular. El Estado tendrá que demostrar ahora que un extranjero (seropositivo) representa una amenaza real para los ciudadanos de Rusia", dijo al periódico el abogado Ilnur Sharápov.
Antes de que el Constitucional se pronunciara sobre el asunto, las autoridades podían deportar de Rusia a un extranjero con VIH y separarlo indefinidamente de su familia aunque no hubiese cometido ninguna infracción legal.
Un auto aprobado por el TC en 2006 exigía tomar en cuenta el estado civil y otras razones humanitarias en tales casos, pero el Servicio Federal de Migración y los jueces pocas veces reparaban en ello.
"El Servicio de Migración habría podido valerse del auto pero nunca lo ha hecho, y el propio TC lo ha lamentado", dijo Sharápov.
El veredicto del TC fue emitido a petición de la ONG Agora cuyos activistas habían presentado al organismo varias denuncias.