Prensa rusa al día (2 de julio)

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Moscú, RIA Novosti

Nezavisimaya Gazeta.

Rusia necesita estrategia para compartir influencia global con las demás potencias.

A Rusia le hace falta una estrategia para compartir la influencia global con los demás, escribe el politólogo Gleb Pavlovski en un artículo publicado hoy en Nezavisimaya Gazeta.

El articulista señala que Rusia "aspira a la condición de gran potencia pero desconoce el mundo en que pretende serlo". Ya no es una potencia global en el sentido en que lo fue otrora la Unión Soviética pero sobrepasa obviamente el rango de potencia regional, habida cuenta de las dimensiones y el hecho de que sus intereses se extienden a zonas donde se entrometen EEUU y otros centros del poder.

Económicamente, Rusia es una "enana perezosa" en comparación con EEUU pero su mayor debilidad no radica en la economía sino en la "falta de reflexión estratégica".

La intervención militar de agosto pasado en el Cáucaso  le atribuyó a Rusia influencia global pero ésta "no se controla ni se analiza en plano estratégico". Y puede desvanecerse rápidamente a menos que sea plasmada en instituciones globales.

Rusia demostró en el Cáucaso que no tolerará la creación de un mecanismo de seguridad que la excluya. Lo que le urge ahora son nuevas instituciones colectivas del poder global y una estrategia para compartirlo con los demás.

 

Gzt.Ru 

La mayoría de las unidades militares serán retiradas de Moscú para el próximo 1 de diciembre.

Moscú, 2 de julio, RIA Novosti. El Ministerio ruso de Defensa planea retirar de Moscú todas las unidades militares hacia 2011; la mayoría va a abandonar la capital para el próximo 1 de diciembre, escribe hoy el periódico digital Gzt.Ru citando a un alto funcionario de Defensa.

Actualmente se encuentran en la capital rusa casi 50 unidades militares aunque todas son de carácter auxiliar: se especializan en construcción, transporte y logística. El ministro ruso de Defensa, Anatoli Serdiukov, propone organizar concursos especiales para vender los respectivos terrenos a precios de mercado y financiar con estos ingresos la adquisición de viviendas para militares.

La Fuerza Aérea de Rusia, por ejemplo, tiene su departamento de construcción ubicado en una superficie de diez hectáreas en el noreste de Moscú, cerca de la estación de metro Shiolkovskaya. La venta de esta parcela permitirá comprar casi 50.000 apartamentos en la capital, señala el periódico.

 

Vedomosti

Moscú ya recibió de Washington el máximo que podía

Da la impresión de que Rusia ya recibió de EEUU el máximo que podía y hoy procura simplemente preservar este resultado, opina Dmitri Trenin, director del Centro Carnegie de Moscú. La próxima visita de Barack Obama a Rusia, señala este politólogo en un artículo publicado en Vedomosti, genera muy pocas expectativas.

Tres planteamientos son decisivos para Rusia en su relación con EEUU: el deseo de proteger el traspatio, o sea, el espacio postsoviético; el rechazo al despliegue de sistemas antimisiles cerca de las fronteras rusas y los esfuerzos por hacerse respetar en calidad de gran potencia. El conflicto en torno a estos asuntos hizo que la relación entre Moscú y Washington, en agosto y septiembre de 2008, retrocediera a los tiempos de Guerra Fría.

La situación se arregló milagrosamente para Moscú gracias a la crisis global y la llegada del equipo demócrata, con Barack Obama al frente, a la Casa Blanca. Los problemas no desaparecieron pero sí de repente perdieron actualidad. Es más: Rusia y EEUU reanudaron negociaciones reales sobre armas estratégicas ofensivas, tras un receso de quince años. Apoyándose en el objeto de este diálogo, misiles nucleares, Moscú volvió a mirar de frente a Washington dando a entender que es peligroso y, por tanto, imposible faltar el respeto a una potencia así.

Obama se dirige a Moscú principalmente para recabar su apoyo de cara a Irán y Afganistán pero los recursos de Rusia no son ilimitados y difícilmente resultarán decisivos para el éxito de la diplomacia estadounidense. Por su parte, el Kremlin procurará refrendar las posiciones en lo concerniente a Georgia, la ampliación de la OTAN y los sistemas antimisiles en Polonia y República Checa. En los pasillos, como si no hubieran pasado las últimas seis décadas, se habla de un canje geopolítico: Irán por Ucrania, Kosovo por Abjasia y Osetia del Sur, y así por el estilo.

El único acuerdo real en la próxima cumbre ruso-estadounidense será, tal vez, el que perfile las características de un nuevo tratado sobre las armas estratégicas ofensivas, en sustitución del START-1 que vence en diciembre próximo. Será un resultado loable pero insuficiente. Reglamentar el antagonismo militar estratégico entre Rusia y EEUU, ahora que ya no existe una confrontación política e ideológica, no basta para sacar las relaciones bilaterales del callejón en que se vieron hace 60 años. Se necesita un avance radical, por ejemplo, un acuerdo de principios para crear en Europa un sistema conjunto de defensa antimisil. La actual falta de confianza recíproca ha de ser un argumento a favor, no en contra de la cooperación en esta materia sensible. Washington debería persuadir a estrategas rusos de que en realidad no tiene una "agenda secreta" cuyo punto único es destruir a Rusia.

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