"Hemos cancelado las consultas sobre la creación de una 'zona de seguridad' en el norte de Siria; las agencias humanitarias experimentan una creciente preocupación respecto a las declaraciones que suponen una posible intervención militar", dijo Rochdi.
Subrayó que ofensivas "pueden tener unas consecuencias humanitarias graves" para la zona, donde por muchos años "se realizan operaciones militares, ocurren sequías e inundaciones y la gente abandona sus hogares".
"Es profundamente lamentable que el lunes se haya violado la cesación de las hostilidades anunciada anteriormente y que una nueva ola de violencia esté amenazando una vez más la vida de millones de civiles que viven en Idlib, más de un millón de los cuales son niños", dijo Rochdi.
En su opinión, la situación también se complica por el hecho de que muchas personas decidieron regresar a sus hogares durante la pausa y ahora se encuentran en las zonas donde se han reanudado los combates.
La oficina del enviado especial de la ONU recordó que desde abril de este año, debido a la escalada de las hostilidades en las provincias de Idlib, Alepo y Hama, más de 500 civiles murieron y varios cientos más resultaron heridos. Además, unas 400.000 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares.
"La ONU pidió oficialmente a las partes del sistema de desconflicto, que fue establecido para mejorar la seguridad de las operaciones y los trabajadores humanitarios, que proporcionen información sobre los incidentes que ocurrieron en el noroeste de Siria este año. Turquía respondió a varias solicitudes. Todavía estamos esperando una respuesta de Rusia", añadió Rochdi.
La asesora del enviado especial también señaló la difícil situación, en la que se encuentran unas 68.800 personas en el campamento de Al Hol, así como 17.700 personas en el campamento de Rukban.
Se están llevando a cabo los preparativos para la operación.
Este 8 de agosto, el Gobierno de Siria manifestó su rotundo rechazo al acuerdo logrado por EEUU y Turquía para establecer una zona de amortiguación en el norte del país árabe y llamó a la comunidad internacional y a la ONU a condenar la flagrante agresión estadounidense-turca, que anula todos los esfuerzos para encontrar una salida a la crisis en Siria.
El 7 de agosto, funcionarios de Turquía y EEUU reunidos en Ankara acordaron establecer un centro de operaciones conjuntas y coordinar los esfuerzos para crear una zona de amortiguación en el norte de Siria, según declaraciones de ambos gobiernos.
Las milicias kurdas deberán abandonar esa zona y entregar sus armas pesadas.
El 4 de agosto, Erdogan anunció que Turquía está preparada para lanzar una operación militar en el norte de Siria y que notificó de ello a Rusia y EEUU.
Al día siguiente llegó a Ankara una delegación militar estadounidense para entablar negociaciones sobre la creación de una zona de seguridad en Siria.
Siria vive desde marzo de 2011 un conflicto en el que las fuerzas gubernamentales se enfrentan a facciones armadas de la oposición y a grupos terroristas.
Cientos de miles de personas perdieron la vida en las hostilidades en el país árabe.