El diario The New York Times publicó, citando a agentes de servicios de inteligencia, que Donald Trump al principio no tenía intenciones de expulsar de EEUU a 60 diplomáticos rusos por el caso Skripal, pero la directora de la CIA, Gina Haspel (subdirectora en aquel entonces, en marzo de 2018) logró convencerlo enseñándole fotos de niños supuestamente intoxicados con químicos.
"Puesto que las fotos fueron entregadas a EEUU por el Gobierno británico, como escribe el periódico, la embajada pidió oficialmente al Ministerio de Exteriores del Reino Unido que confirmara o desmintiera esas informaciones", explicó el portavoz.
Comentó que si realmente hubo niños intoxicados y unas instantáneas hicieron que el presidente de EEUU cambiara de opinión sobre lo sucedido en Salisbury, ya todo sería del dominio público y sería otra prueba del "peligro" que representan "las acciones descabelladas de los servicios secretos rusos".
El 4 de marzo de 2018, Serguéi Skripal, exoficial de inteligencia militar rusa, reclutado en los años 90 por el servicio secreto británico MI6 y naturalizado en el Reino Unido, y su hija Yulia, fueron hallados inconscientes cerca de un centro comercial en la ciudad británica de Salisbury.
Nada más abierta la investigación, que según Scotland Yard se prolongaría por varios meses, Londres responsabilizó a Moscú de estar detrás del envenenamiento.
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Moscú rechaza de plano las acusaciones de Londres, que considera infundadas, y envió cerca de 60 notas diplomáticas al Foreign Office reclamando acceso a las pruebas para poder colaborar con la investigación, así como a los Skripal que son ciudadanos de Rusia.