Durante la Conferencia de Seguridad de Múnich el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, subrayó que Washington no tiene la intención de quedarse de brazos cruzados viendo cómo sus aliados compran armas a potenciales adversarios.
"Hicimos un trato con Rusia sobre los S-400, así que no hay vuelta atrás. El trato está hecho. Seguimos trabajando teniendo en cuenta la promesa de Rusia de suministrar los sistemas en julio", comentó Erdogan.
A su juicio, Estados Unidos podría tratar de atacar el país económicamente en respuesta a la determinación de Turquía de obtener los complejos rusos S-400, por lo que Ankara necesita tomar medidas preventivas.
"Turquía está experimentando una serie de problemas en la esfera financiera y económica. Mientras tanto, como ustedes saben, EEUU está tomando acciones ilegales en muchos países, por ejemplo, en Venezuela, persiguiendo sus propios intereses. Para llevar a cabo sus tareas, los estadounidenses recurren a menudo a métodos tales como provocar una crisis financiera y un cambio de poder en un país", dijo el exmilitar.
Al preguntarle que si Washington realmente es capaz dar ese paso, el militar responde que "si se siente acorralado, tal vez" lo haga.
A su vez, Turquía debe adoptar medidas preventivas para evitar esos acontecimientos, opina. Para el militar Washington está presionando a Turquía porque quiere mantenerla en su órbita de influencia.
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"Estados Unidos no quiere permitir que Turquía salga de su control en las condiciones de la formación del nuevo orden mundial. Por lo tanto, presiona sistemáticamente a Ankara. Estados Unidos percibe la compra de los sistemas rusos como el distanciamiento de Turquía del sistema atlántico y su órbita de influencia, y por lo tanto trata de impedirlo de todas las maneras posibles. Pero Turquía, como Estado independiente y soberano, actúa sobre la base de su propia definición de amenaza a su seguridad nacional, y todos deben tratarla con respeto", destaca Eslen.
Mientras tanto, debido a sus duras políticas de amenaza y presión, Washington está perdiendo gradualmente el apoyo a sus aliados tradicionales y la presión solo contribuye a un mayor acercamiento de Turquía al bloque euroasiático, concluye.