Kiril Koktish, profesor de la cátedra de teoría política de la universidad rusa MGIMO, ha asegurado al periódico ruso Kommersant que actualmente se dan todas las condiciones para que las relaciones entre Washington y Minsk vuelvan a echar a andar.
"La verdad es que hay muchas posibilidades que sus relaciones se normalicen (…) Nadie puede estar en contra de eso porque es, al fin y al cabo, que las relaciones vuelvan a la normalidad", señala.
El 10 de enero el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, dedicó duras palabras a Rusia. Criticó al país por su política fiscal en el sector del petróleo, del que toma parte Bielorrusia. Dicha política fiscal, según Minsk, aumentará el precio del petróleo para las refinerías bielorrusas. Las pérdidas en 2018 fueron de aproximadamente 383 millones de dólares.
El ministro de Exteriores bielorruso, Vladímir Makéi, ha subrayado lo importante que es que las relaciones con Washington vuelvan a su cauce. También ha recordado el tamaño y la capacidad del mercado estadounidense y el papel que este juega en el comercio bielorruso. "La situación mundial ha cambiado, ya no se puede comparar a la situación de hace diez años", ha advertido.
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Para Koktish, Lukashenko está calculando bien las cosas. Las elecciones presidenciales y parlamentarias en el país se celebrarán en algún momento entre finales de 2019 y 2020. Así que "el hecho de que la embajada estadounidense reconozca la legitimidad de los próximos comicios no lo duda nadie". Es un paso que liberaría en gran medida a Minsk de Moscú, ya que "precisamente hasta hace poco Moscú era la fuerza legitimadora principal para Bielorrusia y contaba con seguir siéndolo", añade Koktish.
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Yaroslav Romanchuk, director del centro bielorruso de análisis Mises, ha señalado al periódico Kommersant que a día de hoy no hay presos políticos en Bielorrusia.
"A la oposición ya no la hacen desfilar por las cárceles, sino que simplemente la multan por participar en ciertas manifestaciones", señala. El experto sugiere que eso puede hacer que Washington se decida si volver a tener embajador o no en Minsk. Señala también que si Moscú se opone a ello tendrá un efecto de reafirmación en la sociedad bielorrusa.