Al aprobar el presupuesto militar del país, los senadores estadounidenses se expresaron en contra de la venta de sus cazas a Turquía y solicitaron al secretario de Defensa, James Mattis, que suspendiera el negocio.
Si el acuerdo con EEUU no se hubiera suspendido, las autoridades turcas tendrían que pagar alrededor de 120 millones dólares por cada unidad. Es decir, la cancelación de la entrega podría representar un duro golpe para el programa de cazas más caro de la historia.
Para Turquía, la adquisición de las aeronaves sería un negocio más importante que la compra de los S-400 rusos, según teoriza la cadena alemana.
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El medio sostiene que los F-35 estaban destinados a crear la base de la futura aviación turca, mientras que el armamento ruso —según advierte la OTAN— "no podrá integrarse en los sistemas que la Alianza posee actualmente". Además, los representantes de la organización temen que los radares de los sistemas rusos puedan provocar alguna fuga de la información militar que la OTAN mantiene en secreto.
Entonces, Ankara y Moscú acordaron la venta de dos unidades y la posterior cooperación técnica.
En este contexto EEUU advirtió a su socio que la colaboración con Rusia podría impedir la entrega de los cazas. Por su parte, los funcionarios turcos señalaron que Turquía hallaría una alternativa para los cazas estadounidenses.
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