"Con un alto grado de probabilidad, el montaje con la intoxicación de los ciudadanos rusos en Salisbury fue beneficioso [para las autoridades británicas], y tal vez organizado por los servicios secretos británicos con el objetivo de comprometer a Rusia y sus autoridades. Históricamente, el Reino Unido ha hecho cosas así regularmente. Este paso encaja en la línea rusófoba general del Gobierno conservador [británico] para demonizar a nuestro país. Además, sirve como confirmación de la estrategia de Seguridad Nacional del Reino Unido y el discurso de la primera ministra británica, Theresa May, de finales del año pasado", declaró.
"El rechazo categórico a comunicarse con la Federación de Rusia durante la investigación sobre el envenenamiento en Salisbury, la violación por parte de Londres de sus obligaciones bajo la convención consular, el rechazo a la cooperación con la OPAQ y la ocultación de documentos para una investigación objetiva es una clara evidencia de ello", añadió.
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