"Sin duda parece que los rusos estuvieron detrás; es algo que nunca debió haber pasado y estamos tomándolo muy en serio, como creo que muchos otros también", dijo a periodistas en la Casa Blanca.
Skripal, exagente del servicio secreto británico MI6, y su hija de 33 años fueron encontrados inconscientes cerca de un centro comercial en Salisbury, en el condado de Wiltshire, supuestamente envenenados con un agente nervioso.
El 14 de marzo la primera ministra británica, Theresa May, al intervenir en el Parlamento, acusó sin pruebas a Moscú de estar detrás del suceso.
El Ministerio de Exteriores de Rusia rechazó las imputaciones británicas y a través de la embajada en Londres instó al Gobierno de Theresa May a realizar una investigación conjunta.
May de hecho ignoró la solicitud y ordenó expulsar a 23 diplomáticos rusos.
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Skripal fue reclutado por la agencia británica de espionaje MI6 cuando servía en el Ejército ruso en los años 1990.
El presidente de la Cámara baja rusa, Viacheslav Volodin, responsabilizó del envenenamiento a las autoridades británicas.
El legislador recordó los casos de Alexandr Litvinenko y el magnate Borís Berezovski, otros dos rusos huidos que murieron en Reino Unido en circunstancias misteriosas.
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En el mismo condado en el que fueron envenenados Skripal y su hija se ubica uno de los laboratorios más secretos del Reino Unido en el que se desarrollaron agentes tóxicos durante la Guerra Fría.