En vísperas de las elecciones para elegir el Parlamento que definirá el rumbo político de los próximos cinco años de Italia, esta presencia es algo mucho más que anecdótico: en Argentina hay casi 800.000 ciudadanos con derecho a voz y voto en Roma, fruto de las generosas leyes que permiten a los descendientes de inmigrantes obtener el pasaporte italiano sin perder su nacionalidad de origen.
Un panorama incierto, una pieza clave
"Si bien la representación de los italianos en el extranjero [en todo el mundo] es de 12 diputados y seis senadores, cuanto más paridad haya en el Parlamento, la inclusión de cualquier voto disperso o solitario en una coalición tiene más peso", dijo Corrado.
El panorama actual es incierto: las últimas encuestas previas al silencio electoral ubican en primer lugar a la coalición de centroderecha liderada por Silvio Berlusconi; con el Movimento 5 Stelle y la centroizquierda por detrás. En este complejo entramado, la voz de los italianos en el exterior vale más al momento de negociar el apoyo a un Gobierno.
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Corrado y su colega María Laura Tagina, especialistas en transnacionalismo político, han estudiado el fenómeno del voto ítaloargentino y su impacto desde las elecciones de 2006 (las primeras en las que se habilitó el sufragio desde el extranjero), 2008 y 2013. En dichos comicios, los académicos pudieron identificar algunas características del comportamiento de estos votantes.
El peso de las asociaciones
De hecho, la mayoría de los parlamentarios que han representado el interés de los italianos de América del Sur desde 2006 no forman parte de las fuerzas políticas que operan dentro del territorio italiano. Debido a la legislación electoral vigente, los residentes en el extranjero votan en una circunscripción por separado.
Aquí es donde entran en juego las asociaciones de inmigrantes, que han fundado movimientos que se definen más allá de las divisiones ideológicas que delimitan el sistema de partidos en Italia. En un inicio, estas entidades —muchas veces dedicadas al socorro mutuo, la cultura y la recreación— representaban a los italianos en su conjunto, independientemente de la región de origen.
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Las fuerzas políticas "autóctonas" de América del Sur han irrumpido en el panorama político italiano. Primero fue la lista Asociaciones Italianas en Sudamérica (AISA), pero actualmente son el Movimiento Asociativo de Italianos en el Extranjero (MAIE) o la Unión Sudamericana de Emigrados Italianos (USEI). Actualmente, tres de los cuatro diputados correspondientes a América del Sur pertenecen a estas agrupaciones.
Estas dinámicas han provocado que en cada instancia electoral hubiera muchas denuncias de fraude y que muchas personas en Italia vean con recelo la decisión de sus connacionales en el extranjero.
Las preferencias y el peso creciente de Brasil
El actual sistema electoral prevé el voto por correspondencia. Cada ciudadano recibe en su domicilio un sobre con las papeletas electorales. Además de la fuerza política que escoja, en ellas puede marcar hasta dos preferencias por un determinado candidato.
El número de preferencias de cada candidato marca luego el orden dentro de cada partido. Así, ha sucedido que si bien una fuerza tuviera más votos sumados en Argentina, resultara elegido un candidato brasileño, porque en total tenía más preferencias indicadas en las papeletas electorales.
Este sistema de preferencias también llevó a que en 2013 en Argentina se incluyeran personajes del mundo del espectáculo (actores, cantantes, chefs televisivos, etc.) para cautivar más votos. En esta ocasión, la estrategia no se ha utilizado al mismo grado que en los comicios pasados.
Promesas de campaña distintas
Aunque no está claro cómo inciden en el Parlamento para estos fines, el peso de los representantes ítalosudamericanos ha quedado de manifiesto. En 2006, el senador asociacionista Luigi Pallaro (AISA) dio al Gobierno de Romano Prodi (centroizquierda) el voto necesario para obtener la confianza de la Cámara alta. En otras votaciones, el representante ítaloargentino se ausentó, hecho que permitió que Prodi se mantuviera hasta 2008.
A pesar de que en Italia se identificaba a Pallaro con la centroderecha, se especuló tanto en la prensa italiana como argentina que dio su apoyo al Gobierno de centroizquierda por la intermediación de Alberto Fernández, jefe de Gabinete del presidente argentino en aquel entonces, Néstor Kirchner.
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Aunque no hubo un reconocimiento explícito por parte del senador o de los Gobiernos implicados, parece verosímil afirmar que esta negociación fue el factor clave que destrabó la negociación con los acreedores italianos que tenían bonos de deuda argentinos. Tras el default de 2001, la situación de la deuda había paralizado el vínculo entre los dos países.
Se trata, según Corrado, de un ejemplo del transnacionalismo. Más allá de las afinidades ideológicas, "gane quien gane no es neutral para la relación con el Gobierno italiano" que mantenga Argentina.