El autor del artículo llegó a esa conclusión tras ver que en el techo del edificio del consulado —desalojado en agosto pasado— había una gran cantidad de antenas satelitales.
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Para apoyar su punto de vista, Dorfman cita al exagente del FBI LaRae Quy, quien está seguro de que al menos un 50% de los empleados del consulado eran agentes de inteligencia —tanto a tiempo completo como a tiempo parcial— en la década de los 80.
"Rara vez salían a la comunidad. Iban de casa al trabajo y del trabajo a casa. Y cuando salían —para tomar una copa o jugar al hockey— siempre estaban en grupo", explicó Quy.
Asimismo, los empleados del consulado realizaban "ritos extraños". En otras palabras, "hacían cosas raras" en lugares donde "no deberían hacerlas", prosigue el exagente.
Según afirman los exagentes, los 'espías rusos' también fueron observados en las montañas y los campos de trigo del Pacífico Noroeste. Sin embargo, Quy no explica qué hacían allí.
Otra vez, dos 'agentes de inteligencia' rusos fueron avistados en una gasolinera de California.
Uno de ellos estaba al lado de su auto, sin comprar gasolina, mientras que el otro daba vueltas a un árbol cercano. Después de eso se fueron.
Zach Dorfman trató de explicar los extraordinarios 'rituales' rusos. Según la primera versión, trataban de confundir y poner a prueba a los agentes del FBI. De acuerdo con otra teoría, utilizaban una tecnología de espionaje denominada 'transmisiones encriptadas', así que usaban receptores de onda corta para transmitir datos clasificados.
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Según el medio, los 'espías rusos' solían ser avistados cerca de las redes subterráneas de fibra óptica. El autor del artículo afirma que los agentes podrían estar recopilando datos acerca de la ubicación de las redes o incluso trabajando para crear un mapa de las infraestructuras estadounidenses.
A finales de agosto, el Departamento de Estado de EEUU pidió a Rusia desalojar su Consulado General en San Francisco y dos oficinas diplomáticas más, una en Nueva York y la otra en Washington, poniendo como fecha límite el 2 de septiembre. El Ministerio de Exteriores ruso cumplió la petición de Washington, pero la calificó como un acto hostil y una burda violación del derecho internacional.