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El caso libio, la razón por la que Corea del Norte ansía acumular armas nucleares

© REUTERS / KCNAEl líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, durante el ensayo del misil Hwasong-14
El líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, durante el ensayo del misil Hwasong-14 - Sputnik Mundo
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EEUU y sus aliados siguen amenazando y regateando con Corea del Norte con tal de que esta última renuncie a su programa nuclear y de misiles balísticos. Sin embargo, Pyongyang permanece inquebrantable porque no confía en las promesas de Washington, escribe el columnista Ted Galen Carpenter en su artículo para el medio The National Interest.

La desconfianza que Corea del Norte tiene respecto a Estados Unidos está bien justificada, reconoce el autor. Los líderes norcoreanos fueron testigos de las ofensivas de Washington contra Serbia e Irak.

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Sin embargo, el punto de no retorno fue una particular intervención de EEUU, a menudo citada como la razón más importante de la determinación de Kim Jong-un de hacerse con armas nucleares como único medio contra el cambio de poder que planean los países occidentales contra ellos.

Dicha intervención es la de Libia.

Promesas que no valen nada

El derrocamiento del Gobierno de Sadam Husein en Irak en 2003 convenció al entonces líder libio, Muamar Gadafi, de abandonar su programa nuclear, que en aquella época estaba en fase embrionaria. Así es como decidió cooperar con los países occidentales.

A US Marine covers the head of a statue of Iraqi President Saddam Hussein with the US flag before pulling it down in Baghdad's al-Fardous (paradise) square 09 April 2003 as the marines swept into the Iraqi capital and the Iraqi leader's regime collapsed. - Sputnik Mundo
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A cambio, Estados Unidos y sus aliados levantaron las sanciones económicas y dieron su palabra de que renunciarían a los intentos de aislar a Libia. Una vez Gadafi abandonara sus ambiciones nucleares, lo aceptarían de nuevo en la comunidad internacional, escribe Carpenter.

La reconciliación duró menos de una década. En 2011 surgió la rebelión contra el Gobierno de Gadafi, que fue apoyado por Washington y los países de la OTAN. Los aliados sostenían que una catástrofe humanitaria era inminente y lo usaron como pretexto para iniciar una intervención.

Estados Unidos lanzó ataques devastadores contra las tropas gubernamentales libias con misiles de crucero y bombas aéreas. Paralelamente, la OTAN armaba a los grupos insurgentes y dotaba a los combatientes con material bélico necesario.

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El autor del artículo subraya que todas las revueltas anteriores contra Gadafi habían fracasado. No obstante, la última contó con el apoyo de los países occidentales, de manera que los insurgentes lograron derrocar al líder libio. La guerra civil culminó con la captura de Gadafi: los opositores lo torturaron y ejecutaron de manera salvaje, agrega Carpenter.

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El columnista enfatiza que el comportamiento de Washington y de sus aliados en Libia —como era de esperar— no sirvió como incentivo para abandonar sus ambiciones nucleares a cambio de las promesas de Estados Unidos.

En numerosas ocasiones, Pyongyang ha reiterado que el ejemplo de Libia es la razón principal detrás de su deseo de hacerse con la capacidad de disuasión nuclear.

El columnista enfatiza que incluso varios funcionarios gubernamentales estadounidenses parecen estar de acuerdo que el caso de Libia convenció definitivamente a los líderes de Corea del Norte de seguir desarrollando sus capacidades atómicas.

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"Los líderes de EEUU suelen subrayar que los 'regímenes autocráticos' —como Irán o Corea del Norte—son propensos a violar acuerdos (…). No obstante, en el tema de la credibilidad, Washington debería mirarse en el espejo. El caso libio fue uno de flagrante doble moral", concluyó Ted Galen Carpenter.

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