Corea del Norte es uno de los temas más actuales. Y para eso hay dos razones evidentes.
Demostración de fuerzas
En primer lugar, el propio líder norcoreano Kim Jong-un, el "genio de los genios de la estrategia militar" quien no cesa en su empeño de mostrar la soberanía de su país al obtener no solo armas nucleares, sino también un misil balístico intercontinental capaz de alcanzar hasta las costas estadounidenses. Cada prueba realizada tanto en uno, como en otro programa acerca más ese día, lo que prueba la paciencia no solo de Washington, sino también de los propios vecinos: Seúl, Tokio, Moscú y, sobre todo, Pekín.
De esta manera, concluye Gevorg Mirzayán, profesor asociado de la Universidad Financiera Gubernamental de Rusia, EEUU ha caído en una trampa de la que no puede salir por sí solo: la continuación de la política de sanciones representa una amenaza directa para su territorio; sin embargo, no pueden simplemente dar marcha atrás y permitir que los norcoreanos desarrollen sus proyectos.
La 'mano' China
La escalada de la crisis norcoreana supone un problema no menos preocupante para China, quien menos que nadie quiere verse involucrada en un conflicto de gran magnitud, con la presencia de tropas estadounidenses en sus fronteras.
Después de eso, las partes deberán buscar una forma de convivir y tanto Pekín como Moscú podrían servir de garantes del cumplimiento de los acuerdos.
Esto supondría una especie de victoria para ambos bandos, ya que cada parte obtendría lo deseado: Pyongyang reafirmaría su soberanía, respaldada por Moscú y Pekín, mientras que Washington se quitaría de encima lo que podría convertirse en la mayor amenaza para su seguridad.
No obstante, EEUU ya ha descartado ese plan y para ello hay dos razones, continúa Mirzayán.
Antes que nada, la retirada de las fuerzas estadounidenses del sur de la península sería un precedente bastante incómodo para un país con imagen de gendarme global, una demostración de debilidad a los ojos de sus aliados y enemigos que socavaría su visión como superpotencia mundial.
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Además, EEUU entiende bien que tal acuerdo, más que la solución del conflicto en la península de Corea, supone el debilitamiento de su influencia en la región asiática, cuyo espacio rápidamente sería ocupado por China.
Por si fuera poco, durante su estancia en Berlín, el propio presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, se pronunció a favor de estrechar relaciones con su vecino del norte, mediante un proyecto energético conjunto con Rusia.
Todo esto, sin duda, no fortalece las posiciones de EEUU en la región, concluye Mirzayán.