"Pienso que bien podría haber sido Rusia, pero pienso que podrían haber sido también otros países", señaló el mandatario.
La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense, la CIA y el FBI publicaron en enero un informe acusando a Moscú de haber orquestado una campaña de influencia para minar la confianza en el proceso democrático en EEUU y reducir las opciones de la candidata demócrata, Hillary Clinton, en las presidenciales de 2016.
Esta campaña de influencia, según el informe, habría sido aprobada al más alto nivel e incluyó hackeos, filtraciones y uso de medios de información y redes sociales pero no repercutió en el conteo de votos.
Actualmente el Congreso estadounidense y el FBI llevan a cabo investigaciones independientes sobre la "implicación rusa" en las últimas presidenciales pero no han presentado hasta la fecha ninguna prueba que confirme la responsabilidad de Moscú en esos supuestos ataques informáticos.
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Las acusaciones de injerencia contra Rusia han sido esgrimidas frecuentemente por los políticos en diversas campañas electorales ocurridas en Occidente, aunque sin ninguna prueba.
Respecto a las acusaciones de injerencia en las elecciones de EEUU, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, las calificó de "infundadas".
Por su parte, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, dijo que no hay prueba que apoye las supuestas injerencias en las elecciones de EEUU, Francia o Alemania.
El presidente ruso, Vladímir Putin, reiteró este mes de junio que Rusia no está implicada en ciberataques a nivel estatal.