Durante una investigación propia, los periodistas del diario se enteraron de que esta arma es "un equivalente digital de una bomba" y es capaz de detonarse en caso de un grave deterioro de las relaciones con Rusia.
Según el rotativo, la Administración Obama debatió en secreto docenas de opciones para disuadir o castigar a Rusia, incluyendo ciberataques a la infraestructura rusa, publicación de material recopilado por la CIA que podría poner en ridículo al presidente ruso Vladímir Putin y las sanciones que, en opinión de las autoridades de entonces, podrían crear un "cráter" en la economía rusa.
Pero al final, en diciembre de 2016, Obama aprobó un paquete de sanciones bastante modesto incluyendo la expulsión de 35 diplomáticos y el cierre de dos propiedades rusas con sanciones económicas estrechamente orientadas.
Sin embargo, lo que no se sabía antes es que Obama aprobó una medida encubierta que autorizaba la instalación de armas cibernéticas en la infraestructura de Rusia. El proyecto aún estaba en su etapa de planificación cuando el 44 presidente de EEUU dejó el cargo. Ahora, es al presidente Trump a quien le corresponde decidir si utilizar esta arma o dejarla de lado.
La medida se introdujo para castigar a Moscú por "el ataque desestabilizador contra la democracia americana" (citando el mismo artículo de The Washington Post), o sea, su supuesta injerencia en las elecciones en EEUU en 2016, nunca comprobada de una manera definitiva ni oficial.