"Rusia está satisfecha de que tras un difícil período se estén normalizando las relaciones con Turquía, y se recupera toda la cooperación en materia política, económica, humanitaria, de ciencia y tecnología y otras esferas", dice el servicio de prensa del Kremlin.
El 24 de noviembre de 2015, un caza turco derribó sobre territorio de Siria un avión militar ruso Su-24 que retornaba a su base tras bombardear objetivos terroristas.
El ataque se saldó con la muerte del piloto Oleg Péshkov que fue atacado desde tierra tras catapultarse; otro militar ruso murió durante la operación de rescate del copiloto.
Tras el derribo del Su-24, calificado por el presidente ruso como una "puñalada por la espalda", Moscú impuso restricciones económicas a Turquía en los ámbitos de comercio, educación, turismo y empleo.
La reconciliación se afianzó tras la fallida asonada del 15 de julio, cuando Ankara dio a entender que el piloto responsable del derribo, además de haber actuado por cuenta propia, estaba relacionado con los golpistas.