"Hoy en día, no vemos necesidad de trabajar en este formato que, en nuestra opinión, está agotado en gran medida y ha perdido peso internacional", afirmó Lavrov en una entrevista con RIA Nóvosti.
Para el canciller ruso, "las reuniones del G7 se quedan a la zaga de un mundo en proceso de cambios vertiginosos" y "muchos miembros de este club informal padecen un síndrome antirruso".
"Los miembros del G7 bloquean solidariamente en algunas instituciones financieras internacionales, como el Banco Mundial, cualquier proyecto en el territorio de Rusia", mencionó Lavrov.
Al titular de Exteriores ruso le "parece más prometedor utilizar otras plataformas, más eficaces, para incrementar el diálogo con las principales naciones, incluidas las de Occidente".
Lavrov recordó en particular que "la discusión de numerosos temas clave de la actualidad se trasladó al G20, un formato mucho más representativo que integra tanto a las naciones desarrolladas como a las economías emergentes".
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La cumbre del G20 que se celebró en septiembre pasado en Hangzhou, China, confirmó que es un mecanismo de cooperación eficaz y que tiene demanda, concluyó el ministro.
Rusia participó desde 1998 en el club de las naciones más industrializadas del planeta pero en 2014 los demás socios se negaron a asistir a la cumbre de turno en Sochi, celebraron un encuentro a siete bandas en Bruselas y anunciaron que no volverán al formato G8 hasta que Moscú se retracte de lo que califican como anexión ilegal de Crimea.
Crimea volvió a ser parte de Rusia tras celebrar en marzo de 2014 un referéndum en el que la mayoría de los votantes, más del 96%, avalaron esta opción.